"LA FORTALEZA DEL SER HUMANO ES CONOCER SU DEBILIDAD; SI QUIERES SER FUERTE SUPERA PRIMERO TU DEBILIDAD" "EL ILLO"

miércoles, 3 de junio de 2009

EN PAZ

La vida se debe sentir en su doble connotación, la difícil y la fácil, pues, hasta los momentos dolorosos nos sirven para progresar como ser racional; por tanto, no es válido culpar a un ente adstracto com la "vida" de nuestros sufrimientos, pues, generalmente son el resultado de nuestra conducta; sin embargo, nunca es tarde para volver a empezar y recibir los frutos que siempre deseamos y, lo que es mejor, observar éste don maravilloso en todo su esplendor, recordando también esos sencillos, simples, pero tan buenos momentos de la vida; de esa forma sentiremos que hemos cumplido un trayecto sin resentimientos ni reconceres y en Paz. Les comparto este poema que enseña el el mencionado equilibrio de la vida.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino,
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Del poeta Amado Nervo.

El Illo

INCOMPRENSIBLEMENTE CLARO


Este es un poema-historia, que si el lector quiere comprender su claridad puede dejar su interés en el comentario y vía e-mail podré explicarlo-El Autor.

Aun se estruja el corazón por el dolor emanado de los recuerdos del ocaso, aquel sufrimiento nocturno que sólo se alivia con el alba; pero que vuelve y se conturba al sentir el fuerte crujir de las arterias por el recorrer de la sangre hirviente, que apenas se enfría trayendo el extintor de la realidad cruel del presente, al permitir avizorar el eclipse humeante que por minutos indefinidos lo encegueció, que lo adormeció, que lo abatió sin haberse levantado, en aquellos momentos en que sentía el verano como invierno, el otoño como primavera.

No volverán a ser reales, lo sabe, es lo mejor y conveniente, estarán como fantasmas que deambulan sin pena y sin gloria en el recóndito lugar de las tristezas y de los pesares, a veces se aparecen y espantan, algunos sorprenden y otros desaniman para después irse sonriendo por haber dejado la herida abierta una y otra vez sin que pueda sanar, se emocionan al penetrar con sevicia el cuchillo del episodio exiguo de manera cruel hasta sentarlo en lo más profundo del pecho en que reposan sin coraza los sentimientos resentidos.

El alma llora de desconsuelo, pero el corazón por instinto sin ser valiente comienza a envalentonarse frente a la roca, se enfurece al mirar aquellos tiempos de fulgor engañosos, de las mentiras hechas verdades en el carnaval de la insensatez, se enoja por no haber detenido el torrentoso fluir de las emociones impías que depararon en cascada sin descenso.

Es lúgubre el panorama; no obstante, no puede más que enfurecerse y resignarse ó lo que es lo mismo, llorar sin consuelo, y cuando acepta la empatía de la humildad y la fortaleza de la tozudez, cae cansado y lastimado, pero en ese momento plácido y triste siente calma profunda al ver la claridad de los rayos luminosos del sol; le perturba la repetición de la comedia, aquella que narra apoteósicamente la llegada de los fantasmas y sus despedidas una y otra vez en círculo nefasto, que triste porvenir sale de ese suspiro; pero entre lágrimas de orate sonríe levemente al notar que se desvanecen poco apoco cuando ejercen los mismo ataques, que ya no asustan como otros días; se dirá que eso no es consuelo ni bálsamo de alivio, tal vez es tira de orgullo falso que engendra el miedo para taparse los oídos y así no escuchar el tronar de las memorias.

En parte esas sátiras son verdad, pero hasta tanto sigan bulliciosas en el fondo de su corazón sabe perfectamente que no tiene otra opción que soportar el sufrimiento sin dolor, las repetitivas puñaladas que lo hacen morir cruelmente para vivir, para un dia poder convertirse en el ave fénix que surja desde las cenizas que volará cuando el rio de la dulzura riegue los manantiales que reflejan la cara oculta de la luna, aguas cristalinas que suelen enturbiarse por el pesimismo del pasar del día, pero que indefectiblemente deben terminar diáfanas con el nuevo rocío de verano que se yergue perdurable y que inicia con el alba al humedecer primero a los tiernos pétalos de la flor que germina.


Por paradoja, momentos hay que esa humedad principiante evita también la entrada de los rayos inclementes del sol, abriendo cabida a los burlones fantasmas; sin embargo, debe pausadamente permitir el rocío para que alguna flor crezca y pueda darle la dulzura del descanso que necesita al final del ocaso, para definitivamente poder expulsar el viejo néctar inservible de la loca ambrosía proyectora de los fantasmas impuros para que no vuelvan jamás; aquellos fantasmas de los recuerdos que el corazón no quiere remembrar con sufrimiento y placer.


El Illo

HISTORIA ALEGRE Y EMOTIVA DE UN PARTIDO DE FUTBOL DE LA VIDA CONTRA UNA INUNDACIÓN TRISTE POR EL ESTADO DE MISERIA.

En la pobreza muchas veces el único aliciente es el deporte para los niños, quienes sin decir nada, explotan sus furias, sus tristezas, sus alegrías, sus esperanzas, su amor, sus necesidades en un temporal juego que en su momento es lo más importante para sus vidas y los que los mantiene animados. Por lo menos no le quitemos esa oportunidad a los niños, en el que el deporte, el juego, se convierte en su película de "La vida es bella". Comparto con ustedes esta historia basada en hechos de la vida real:

Alompra lucía con su nueva intención de no figurar en la sociedad de los espejos, de observar en calidad de espectador como se escondía de todos en el matorral de pelos de la barba y cabeza, de escapar de un mundo que lo perseguía sin tregua; sin embargo, por no darle el paz y salvo de muerte a su padre por los traumas que le había ocasionado, por no perdonarle que le hubiera dado la vida con tantos problemas, sentía que estaba atado demasiado al pasado que abandonaba para salir impunemente, motivo por el cual tomando papel y lápiz hizo una carta en que describía un episodio de su vida, pero no lo envió a su progenitor como era de esperarse, sino al periódico del pueblo de forma anónima para que entendieran todos tácitamente que su infelicidad iba más lejos del ámbito familiar y que huía para no ser parte de los que lo afectaron; de ese modo esperaba que el viejo muriera tranquilo al no sentir culpa por discriminación de su hijo ni del conglomerado.

El periódico lo publicó en página entera sin mencionar el autor y, aprovechando el lanzamiento de un candidato a la Asamblea Nacional del que patrocinaba, lo vinculó a su proselitismo en la medida que el pequeño poblacho sentía como suyo el dolor familiar en referencia y el hecho cierto de que manipular emociones significa movilizar a masas tal como fuera Juan el Flautista al hipnotizar a la gente. Sucedió algo casi trágico, el padre de Alompra nunca lo pudo leer y el político ganó en las urnas gracias a esa carta que conmovió la ignorancia del pueblo. Alompra se sintió más culpable de que el remedio resultara peor que la enfermedad, pues, terminó siendo parte del fantasma vivo que lo perseguía, por lo que tomando nuevamente su escrito con las manos, arrodillándose con lágrimas espesas gritó “Dónde está mi partido de futbol”. Nunca más se supo de él; se cuenta que perdió la cordura y deambula por la calles de un país de contrastes culturales e indefinible repitiendo el nombre de su padre y el texto de la misiva, que no es más que la descripción de un momento de su niñez, así:

“Me movilizo en un taxi a las dos de la tarde por esta fría ciudad de este país que aún no conozco y, de repente, abro la ventanilla, observo a lo lejos como se oscurece el cielo, siento la brisa fresca por el decurso del trayecto y con nostalgia me transporto al pasado por quince minutos, olvidó el frio y que no existen vientos espontáneos, rememoro hechos tristes de haberme desarrollado en condiciones deprimentes, de no contar con los servicios básicos, de no tener la alimentación necesaria, de residir en casas casi de cartón; sin embargo, el corazón palpita por añorar aquella emoción que producía el jugar un partido de futbol en las calles, que era lo único que nos mantenía con vida en ese estado de cosas, por ello, la historia se hace presente para narrar con presión de las lágrimas y de una manera vulgar pero fiel, esos momentos que hoy veo repetirse en las periferias de esta urbe. La gramática no es amiga de la vida real, razón por la que prefiero expresar los sentimientos y no la retórica, para puntualizar la importancia que reviste el deporte en un país en que, valga la oportunidad, se vulneran los derechos humanos permanentemente y comparte su problemática a nivel mundial. La historia se ancla en el presente incierto por medio de este personaje que siendo real o no, en primera persona más que narrar, lo describe para encontrar las causas fuera de la familia, así:

"Cielo oscurecido de repente, nubes traidoras, brisa fresca, hojas secas que corren al son del viento presagio de un aguacero, zapatos rotos, zapatos sin pares, zapatos con cordones de diferentes colores, zapatos prestados, caras alegres, emoción contenida, tierra seca con olor a barro, piedras de portería medidas por pasos talla 42, balón desgarrado, carros que transitan, repartición de personas: los sin camisa contra los con camisa, jugadores decentes, indecentes, cojos, mancos, tuertos, boludos, audaces, espacio sin discriminación, burlas y chantajes, público de viejos, pantalonetas rotas, sudor en fresco, jugadas brillantes, goles rastreros, túneles con menciones de honor, autoproclamación de ser un Maradona, un Pelé, un Valderrama, conmoción en la calles, tareas abandonadas, riñas y peleas amistosas, horas que pasan, ingreso de niños jugadores de “ñapas” a quienes se trata con cautela, detención del partido por la vieja que pasa con su compra, operativos tácitos inmediatos de rescate del balón al caer en la casa del vecino amargado, dedos de los pies salidos de los zapatos, raspones de juanetes “cocas rojas sin sangre”, lluvia que aumenta, felicidad general, desorden organizado, resbalones chistosos, empujones cuidadosos, fallas del balón, inundación de las calles, sensación inolvidable de los pies en el barrial, gente corriendo bañándose en las cascadas que en su vida sólo vieron en los desagües de los techos orinados por gatos, visión borrosa por el torrencial, truenos y centellas, partido de futbol con anotaciones de partido de básquetbol, zapatos despegados y temor por la futura tunda de los padres, último gol, otro último gol, el último, cansancio cernido, empate indefinido, lluvia en decadencia, frio en los huesos, barrial espeso, desahogo de energías y de tristezas, terminación del partido, quién anotó el último gol, victoria sin importancia, retirada de piedras de portería, devolución de zapatos prestados, zapatos más rotos, análisis exagerados de las jugadas, se esfuma el imaginario Maradona, regaños de madres, salida del primer estornudo y de la frase “te lo dije”, pisos mojados, cambio de vestidos, frio delicioso, dormida sin sueño, emprende con más fuerza la lluvia, visión del aguacero por la ventana, mirar de lejos, costeños románticos silenciosos que solo ven caer las gotas de agua, inundación creciente, pérdida de la luz eléctrica, voces risueñas prevén el desastre, risas apresadas manifestada por los ojos, oscuridad creciente, cuentos de madres para tranquilizar los nervios, chistes de hombrecitos, hambre terrible en las casas, más risas por la falta de comida, emoción por la inundación, alcantarillas rebosadas, camas dañadas, libros perdidos, billetes escondidos por tiempos que se mojan, comprensores flotando, comprensores chanchos, caídas de señoras al no poderse sentar en chanchos, burros perdidos, risas alborotadas, subida de niños en nidos de sillas, niños llorando hambre, caídas y levantadas, desastre consumido, lluvia prolongada, pérdida completa de la energía eléctrica, se completó la cosa, punta de árboles de casas, apodos inéditos, carros cagados a falta de baños, tortugas ahogadas, sapos imaginarios de dos cabezas, el alba, descenso de la lluvia, salida de casas, achique de aguas, sapitos diminutos, coro celestial de sapos, manada de mosquitos vampiros, alcantarilla rebozada nuevamente, no hay clase en los colegios; periodistas televisando con tristeza las emocionantes clavadas desde los árboles de los niños ingenuos que se imaginan una piscina en las aguas residuales, importancia de niños por ver los medios de comunicación, felicidad por que los vean así sea en medio del desastre, el balón de futbol se salvó pero los cuadernos se perdieron.Que extraño, que felicidad tiempos aquellos que no volverán, pero que se mantienen intactos en esas villas; se recuerdan con risas y alegrías en medio de la dolorosa situación; es triste decirlo, pero así es la vida, no jugaremos más esos partidos de futbol tan alegres que eran lo únicos que nos mantenía en una vida sin derechos; ni viviremos más esos momentos de emoción en nuestras familias, se perdió la fantasía que ahora nos hace falta para soportar las inundaciones, sí, las inundaciones de injusticas, desigualdades, humillaciones y cinismos que recibimos a diario sin tener un paragua viejo de defensa, porque tal vez y sólo tal vez sin darnos cuenta, hacemos parte ya no del partido, sino del rebosamiento de las aguas de alcantarilla que afectan a los de abajo, a los de nuestro origen.
"Quedará el recuerdo para siempre de esos acontecimientos, que a ninguno en la casa traumatizó tanto, como la falta de amor, atención e interés por parte del Estado para solucionar el problema que sirve de tema popular cada dos o cuatro años para la llamada democracia de unos pocos que suben al poder con el engaño mediático de cerrar el cielo, eliminar las nubes o regañar a San Pedro, pero no de proteger al desválido que sabe que todo seguirá igual y que lo único que ilusiona es que en la otra vida si también tiene que soportar esas inclemencias, que por lo menos exista un balón viejo o medio inflado de futbol, que esté Maradona, Pelé o Valderrama, que Diosito sea el árbitro del partido y no haya ganadores ni perdedores, más bien empates en últimos minutos.
"No sé si existirá en el mundo familia con tan horribles pero al mismo tiempo con tan gratos recuerdos para nuestras mentes por motivo de las ganancias del futbol contra la vida. Que Dios nos bendigas somos únicos en Macondo hasta el final de los tiempos y hasta las últimas generaciones”.

Así terminaba Alompra de relatar la historia, llamaba a su padre y volvía a empezar casi sin descanso la misma como queriendo que el mundo se enterara sin que olvidara el tema. Algunos dicen que no está orate por haberse aprendido de memoria semejante texto, otros señalan que se hace el loco, pocos sin hacer nada expresan que tiene la razón, pero la verdad es que persona alguna propone un partido de futbol para la vida que no termine jamás.

Atentamente,


EL ILLO

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