EN CUENTO QUE SE CREE POEMA

He sido testigo de un hecho que vale la pena explicar para que entiendan esta lectura; un amigo quien mantendré en el anonimato, estaba muy deprimido por una frustración amorosa por así decirlo; pero, al reevaluar esos momentos bajo otra óptica y luego de una charla amena, comprendió que había obtenido muchos logros, razón por la que me pidió que plasmara sus enseñanzas en este blog.

Resulta que ese señor confidente admiraba a una mujer mayor que él, entre otras cosas, separada y con varios hijos; adicionalmente, la dama laboraba en un alto cargo de muy buena posición social; no obstante las diferencias, ella sentía gusto y agrado por él; pero pensaba que no podía haber nada entre los dos por varios motivos, dentro de ellos: la diferencia de edad, los hijos, su cargo, posición etc. y, además, porque en parte no creía en el amor; por su lado, él también comprendía esas limitaciones; sin embargo, no le importaba expresarle gaseosamente sus sentimientos; o sea, no en forma directa, pues, al fin y al cabo advertía que no era ilusión determinada por la atracción física; sino por el modo de ser de la mujer y, pensaba, que tal vez algún día, si Dios quería, volverían a encontrarse en otras condiciones.

Así pues, el mencionado caballero, que parece se le ha escapado su realidad, le ha dejado su correo electrónico a ella, a través del cual aspira a comunicarse y, recíprocamente, ésta también le ofreció su dirección electrónica; pero más por una mezcla de nobleza que se enlaza con afecto ligero que no desea profundizar.

Ella precavida, breve y ocasionalmente le escribe, y él le contesta teniendo la esperanza de que si bien nunca tendría algo con ella, sí pudiera lograr que sintiera desde su corazón un sentimiento de cariño, bondad y de respeto como pocos ha tenido en la vida; es decir, su idea es la de mantener esa emoción pura e ingenua; a tal punto ello, que sin mencionarle ningún deseo, le escribe este cuento en el que relata sus ambiciones de otra forma, de modo que no llegare a dañar la relación de amistad y con el objeto de que el mensaje sea asumido como un acto de afecto y consideración.

Bueno, sin más introducciones comencemos a conocer esta historia inédita, que con esas explicaciones podemos entender perfectamente y, que la bella mujer leerá por vez primera a través de este blog y esperemos sus reacciones.

Por mi parte al final de la misma, esgrimiré algunas apreciaciones constructivas y dejaré espacio para que ustedes puedan aportar, disintiendo o ratificando mi posición, otras no menos importante.

UN CUENTO QUE SE CREE POEMA

Se cuenta en el mundo de la nada, más concretamente en el país de los sueños, que en tiempos legendarios un romance extraño surgió de las caricias que le daba a una piedra, las aguas torrentosas de un arroyuelo enamorado, que por celoso, posesivo y guapo, terminó desgastándola y escondiendo en su profundidad, lo que condujo a que tristemente nunca volviera en la superficie a brillar.

Esa tragedia ocurrida en tiempos en que el hombre no existía, se mantuvo presente en la naturaleza hasta la eternidad, y es precisamente su moraleja la que invoca una bella mujer para no perecer, pues, el trasegar de la vida le impone esquivar sin bullicio los elogios y descripciones de su hermosura, con tal de mantenerse en la altura y claridad de la verdad y de la justicia.

Pero se narra también, que no en vano un hombre insiste en la batalla desenfundando una vez más, la espada del amor para introducirla en el corazón de aquella, que bajo su fuerte coraza, se protege más de los de su reino y aduladores que de los propios enemigos y estafadores; con tal fuerza se cubre, que hace prácticamente infranqueable la penetración de esa arma en los campos del romanticismo y la pasión.

Olvidando tal vez por instante de su insignificancia de plebeyo, aquel caballero aplica otra táctica, tira el arma rindiéndose y raudo monta en su corcel, se detiene a medio paso e invita a esa mujer, a dejarse llevar por un instante en un viaje de sueños de ilusión y placer, de anhelos sin rostros, cuerpos, tiempos, generaciones, prejuicios ni edades.

Es tan emotiva su alegre invitación, que siendo aun efímera y objeto de burlas, logra convencer a la doncella que, por ventura y sin tapujos, permite el viaje sin menester, pensando que al fin y al cabo todo es para no despreciar la noble intención de ese hombre que pinta, habla y actúa como aparente hidalgo cuyas intenciones por momentos la conmueve y fascina; además, deja en evidencia un noble ser.

En ese instante, grita el rey de la comarca con enojo: “espera un momento hija mía no abandones a tu familia, tu pasado y menos a tu pasión en la vida, por aquel miserable hombre que sólo engañarte quiere, hazlo si bien no por esto, por ser tu guarda de la templanza que la diosa Temis depositó en tu armadura, ¿quién podría acaso defender con amor esa loable labor de mantener a tu pueblo con esperanzas de vida dentro de muchas desdichas y mentiras?”. Calma padre, responde la hermosura, “no me dejo llevar por la premura, mi pasado me enseña actuar precavida, no tanto por las falacias de las intenciones; sino por el bienestar de todos los de la comarca y la de mi familia querida; si he aceptado esa amable atención es para saber qué entraña esa gallardía en estos tiempos de decepción”.

Monta así la dama emocionada el corcel del caballero, quien pronto la instiga a cerrar los ojos para poder viajar hacia un país de amor azul cielo, de manera plácida, tranquila, en paz y susurrándole al oído “te quiero”; consintiéndola con el viento suave en los oídos y, por contera, agitándole su primaveral cabello, sin remembranzas de ingratos recuerdos, sin prejuicios ni desconsuelos.

En esa marcha triunfal, brilla de repente el aura del hombre elevándose en ese amor azul, se detiene en el espacio para bajar suavemente, se arrodilla, de forma excitante y romántica la besa en la mano, despacio levanta su cuerpo acercándose a la cara de esa mujer que luce hipnotizada, se aproxima y con fervor le indica en donde está el cielo, miran hacia arriba, sonríen como niños, se detienen sus miradas fijamente la una con la otra y, casi rosándose los labios con ojos perdidos, el caballero exclama “gracias por aceptar el viaje del ensueño, por disfrutar de esta merecida ilusión que te ofrece éste humilde servidor, este hombre que aquí ves, que atrevidamente te ha quitado el tiempo de los dioses y que hace hablar al corazón para decirte “quisiera ser tu compañero, tu vasallo o esclavo, quisiera estar contigo el resto de mi vida, con tal de ver tu hermosura y coraje de mujer, tu nobleza en el amor para morir juntos en la vejez”.

La dama recordando sus compromisos, baja la cabeza, nota como empieza a desaparecer el azul; pero, antes de que ello ocurra, el caballero con un brazo la ciñe fuertemente de la cintura, y con el otro le acaricia la barbilla, la mira de frente, sonríe y expresa con voz suave “debo resignarme, ya sé que ha terminado el viaje, es hora de que a tu reino debas regresar; pero no olvides que siempre estaré con mi corcel esperándote, sin prejuicios ni tiempos, para terminar este dulce viaje de placer y nunca más volver”.

Aparece un silencio profundo, se acercan aun más los labios; pero la mujer lo esquiva y alocadamente lo abraza para ocultar el triste semblante de su cara generado por el pensamiento de que esa relación no puede ser; sin que se note, a la espalda del hombre iluso derrama lágrimas que brotan de su corazón y al ver que no se puede contener, toma aire y exhala fuertemente, como puede con una sola mano seca sus ojos, se separa un poco, sumamente sonrojada, taciturna y cabizbaja dice con voz entrecortada “debo regresar a mi reino”; en ese instante todo se vuelve un túnel colorido y rápido, siente el vértigo de un retorno brusco, estando en el centro de ese arco no divida cosa alguna y menos al caballero que sin darse cuenta desaparece en esa transmutación, pierde el sentido y cae viendo por última vez la salida de un arcoíris.

Se despierta de ese hermoso sueño en un patio de su reino, nuevamente está en sus aposentos, mareada ve de lejos a su padre que presuroso va a pedirle, como siempre, que luche por el pueblo, por la familia y por los súbditos.

En ese lapso de espera, piensa rápidamente antes que llegue su progenitor y se dice a sí misma “que no daría porque ese sueño fuera verdad y porque aquellas palabras no sean bálsamos en vasijas rotas, porque aquel gentil hombre sus intenciones perduraran, porque no se repitiera la historia triste de lo voluble de los hombres en la realidad, pues si así fuera, dejaría todo para obtener amor y tranquilidad en el hermoso país del amor azul”.

La princesa sale desilusionada de la obnubilación en que estaba, saluda a su padre y emprende su tareas, no sin antes ver en su jardín con extrañeza, algo que no había percibido antes, constituía un medio de comunicación para intentar ver al caballero y traerlo a la verdad, era aquel corcel que hermoso e imponente se encontraba reposado en una orilla; enseguida la bella mujer sonrío pensando en el caballero y alegrándose de que en parte haya existido en la realidad ese sueño; se contenta todavía más por saber que todos los días le dejará recados de amor y que en el momento menos pensado, lo montaría para que la lleve a donde se encuentra el tierno hombre, el arcoíris de emoción y el país del amor azul.

FIN

Aunque no se alcance a destacar, esa historia basada en la vida real, en el que sabemos cuál es el corcel, es una buena guía en la vida,: En efecto, se muestra por parte del protagonista; esto es, del noble caballero que aquí al lado llora, un gran avance como individuo de su género, pues, evidencia un control individual y social sobre sus actos, valora tanto a su semejante como así mismo, respeta a la otra persona en todos sus ámbitos, crece espiritualmente en la medida que está alejado de pasiones primitivas, acepta la realidad y las perspectivas de la otra vida, evita perder el tiempo y, por último, construye sueños o esperanzas que le sirven de norte para encontrar a su futura pareja, ya que notablemente está fijando sus gustos en aspectos diferentes al cuerpo y a sus manifestaciones eróticas; en definitiva se identifica un mínimo grado de progreso humano.

Por el otro lado, o sea, el de la bella dama, se encuentra una superación moral respecto de temas tabúes que no le impiden tener una amistad y solidaridad con su interlocutor, pues, logra anteponer la búsqueda a interrogantes de su vida por encima de opiniones familiares y sociales, sin que ello tampoco conduzca al desarme de su organización personal y de sus prioridades.

Es una mujer sumamente equilibrada que no mira por encima de los hombros y que controla, sin desmeritar al otro, sus emociones encausándolas al bienestar grupal y de si misma; de ese modo, abre la puerta de su corazón para mostrar que siente, que vibra, que se apasiona y, por contera, que vive; pero, que también piensa y razona como ser humano. En ese orden, se mezcla una gran cantidad de sentimientos y se asumen con recato y sin prejuicios que conlleven a generalizar conductas impropias de algunos hombres, como la de todos; por eso no responde con desdén; sino, con reciprocidad de afecto dejando claro su postura, lo que sin lugar a dudas, la convierte en una excelsa dama digna de respeto.

De esta forma, se muestra un contexto en el que se observa la validez de soñar cultivando correctamente el alma y el espíritu, sin perder tiempo y oportunidades en cosas conmovedores; pero inútiles para la vida; asimismo, enseña a evitar afectar a un tercero en su relación social, familiar y personal al comprender sus prevalencias en la vida, las cuales no pueden afectarse por el simple capricho de las emociones. Este último cometido se logra omitiendo cualquier acto que conduzca a desestabilizar mentalmente a otra persona generándole dudas acerca de las correctas prioridades, y comprendiendo que no tenemos derecho a inmiscuirnos de manera egoísta en los sentimientos de otro tratando de alejarla de su objetivos a costa de que no quiere o nos ame; lo que sin lugar a dudas, producirá, como contraprestación, una alta estimación y valoración de la persona apreciada.

Ahora, no es que esa sea una regla categórica y menos en un mundo tan cambiante e imprevisible; pero, lo que si debe quedar claro es que la viabilidad de esta intromisión sentimental está condicionada a contribuir para que se sigan cumpliendo a cabalidad esas sanas metas, sin afectar a tercero alguno, ni a uno mismo como persona, para lo cual es necesario primero conocerse interiormente, esto es, identificar claramente la naturaleza de nuestras emociones internas y la compatibilidad de éstas con el nuevo reto afectivo que se impone.

Tal vez en un próximo post narraré en que terminó en la realidad esta historia; es decir, si coincidió en el hermoso cuento, ustedes cómo consideran conveniente ó cómo desean que finalice; es decir, quieren que la citada mujer se mantenga al margen con ternura ó que tenga un romance con mi amigo?; ¡será que vivimos en esa encrucijada a veces? y, por último, podrás descubrir cuál es el corcel que quedó en la realidad que los une ligéramente?.