"LA FORTALEZA DEL SER HUMANO ES CONOCER SU DEBILIDAD; SI QUIERES SER FUERTE SUPERA PRIMERO TU DEBILIDAD" "EL ILLO"

martes, 14 de septiembre de 2010

EL DESCONOCIMIENTO DEL CONOCIMIENTO




Intentaba abstraerme de esta realidad que me persigue y al alejarme de ella la encuentro más cercana. Quiero descifrarla en sus miles de contextos y connotaciones, pero sólo consigo enredar la claridad que tal vez de otro modo ya está suficientemente explicada.

la abstracción que quiero lograr no es tarea fácil; es morir estando vivo y revivir siendo un muerto, luego de la cual todos te observarían como un ente extraño. Es pretender interpretar la vida sin pensar en la cadena de sucesos que delinearon la de uno mismo de un modo u otro, lo que al parecer es imposible de efectuar, viéndolo bien, pues, siempre encuentro razones derivadas de mi pasado y en especial de las “ciencias” de las que no puedo desligarme, motivo por el cual algunos dirían que dicho supueso equivale en lo pedegógico a apropiarme de conceptos que no manejo para solucionar teóricamente, y cuando ello es viable, el problema planteado. Podría afirmase que entender la realidad filosóficamente sin ser filosofo, ni la filosofía misma, es hablar en parte con ignorancia y en parte con un conocimiento que se “desconoce”, lo que no deja de ser un poco desmotivante; igual crítica me endilgarían sí utilizo la historia, la politología, la biología, la antropología, la teología, el derecho etc...

Entonces es en este momento, al percibir esta verdad es cuando tendría que reconocer que simplemente suelo analizar la vida bajo mi propia existencia y experiencia cubriendo mis esqueléticos criterios con los tintes útiles de estas variadas disciplinas y también que con razón los especialistas en esas materias cobran con rigidez el que se utilice sus ramificaciones académicas de manera tan aisladas y particulares; pero no es esa mi postura, ya que esa crítica no es en todo cierta como podemos ver luego que nos ocupemos del tema de la abstracción:

Resolviendo la cuestión encuentro que definitivamente no puedo hacer tal “abstracción” y no veo nada malo o inconveniente en ello; es más, pregunto ¿acaso si la puede haber (abstracción) en la interpretación que hagan aquellos eruditos por ser especialistas en sus materias?, la verdad, tampoco lo creo, me respondo con honestidad, pues, la vida deja sentada en todos verdades subjetivas que afloran por si solas al momento de extraer una conclusión por objetiva que parezca. Es más, paradójicamente veo y siento una asertividad en las palabras de aquellos viejos analfabetas que con sus frases trilladas dejaban un saber que parecían indiferente a un personalismo, eran abstracciones costumbristas verdaderas.

Ahora respecto a la validez de los arguementos esgrimidos por personas no especialistas en algunas materias, que en principio se rechazarían bajo el argumento que quedó sentado en los primeros párrafos de este escrito en los que mencioné que si dicho supuesto fuera cierto reconocería mi error; debo decir en esta parte del desarrollo que pienso que no me equivoco en ese sentido y, por tanto, no reconozco error por las siguientes razones:

Todo lo que llegue a decir (inclusive el presente escrito) ya lo está dicho de otra forma o de otra manera, menos o más ilustrado, menos o más adornado, expresado por personajes célebres o desconocidos, publicitado o no, a través de diferentes ciencias o disciplinas con sus múltiples técnicas y métodos, razón por la cual cada vez dudo con mayor razón en los denominados “Derechos de autor”, que en este preciso punto y sólo en este concreto aspecto no dejan de ser formas creativas de mostrar explicaciones con un grado bajo o alto de aceptación general de lectura.

En fin, la conclusión objetiva que se obtenga luego de un ejercicio intelectual nunca será aislada de nuestra propia existencia y tampoco será original, pues, muy a pesar de que sea elucubrada sin conocer el saber pasado o presente apartado escrito sobre un determinado punto, seguramente otra persona se habrá referido en los mismos términos de otra forma o con un nivel académico menor o mayor, entendible para pocos e inentendible para muchos o viceversa, ya sea por haber sido creados por personas muy estudiadas y especializadas en universidades, que no son entendidos por el ciudadano común ó por este último que no suele ser entendido por el primero, como también ocurre con el analfabeta que no entiende a estos dos, ni estos comprenden su particular sabiduría.

La tradición de razonar del hombre es algo natural e innato sin importar que otro u otros lo hubieren hecho; por ese motivo y por esa singular característica humana seguiré interpretando fenómenos sociales y culturales arrogándome tal vez de forma no técnica o incompleta para algunos, de partes de disciplinas o ciencias que han profundizado de manera integral sobre algún tema que quiera tocar; pues, al fin y al cabo el objeto del conocimiento es universal y puede ser abordado con argumentos sensatos y serios como se le quiera y puede irse perfeccionando a través del tiempo, ya sea confirmando las hipótesis o retractándose de las iniciales y formulando otras.

En consecuencia, debo decir que desde un doctor hasta un autodidacta empírico pueden abordar el objeto del conocimiento de las ciencias sociales aportando conclusiones universales válidas; otra cosa es que sea utilizado o no para fines prácticos o científicos en determinados espacios académicos o en el ejercicio legal de una profesión como control de riesgos para el bienestar general; lo cual si bien es lógico, no excluye ni aniquila el planteamiento expuesto. Por lo mencionado, también considero que se debe avanzar en la búsqueda del conocimiento y educación a través de la interdisciplinariedad de ciencias que aborden un fenómeno en especial y de esta forma propondría reestructurar el concepto de especializaciones post universitarios ya que podría afirmarse con cierta verdad que se “llega a saber tanto quo no se sabe nada”, lo cual a su vez serviría para desmitificar al “profesor erudito” por tener miles de títulos sobre un mismo asunto, que en general suelen ser inentendibles y no aceptan criterios diferentes o dan cabida a espacios de debate en la que se pueda generar ideas independientes por absurdas que le parezcan. Parecería extraño, pero creo que con iniciativas como estas, hace muchos siglos, debió nacer la filosofía sin aún conocer un rótulo que demarcara la búsqueda del saber en particular o en general, que obviamente por razones de espacio y tiempo, hoy en día se individualizó y que se debe volver a unificar en los centros temáticos coincidentes.

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