"LA FORTALEZA DEL SER HUMANO ES CONOCER SU DEBILIDAD; SI QUIERES SER FUERTE SUPERA PRIMERO TU DEBILIDAD" "EL ILLO"

domingo, 27 de noviembre de 2011

DIGNIDAD VS NECESIDAD


Encuentro en la primera busqueda que hago en internet esta definiciòn: "Dignidad, o «cualidad de digno», deriva del adjetivo latino dignus y se traduce por «valioso». Hace referencia al valor inherente al ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las personas pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad. Valóricamente se tiende a afirmar que el ser humano posee dignidad por sí mismo, no viene dada por factores o individuos externos, se tiene desde el mismo instante de su fecundacion o concepción y es inalienable".

Creo que la dignidad no puede definirse facilmente. Al señalar que no se puede describir a la dignidad con palabras es porque a ese concepto le hemos asignado por ley natural y a travès de la historia un valor que se adhiere de manera indisoluble al ser humano y que se transforma en un poder inalienable cuyo ejercicio no depende de relaciones con el Estado, con la sociedad, con la familia ni con las instituciones.

La dignidad es sentida e interiorizada a modo de protección de la persona como ser racional; pero tambien como un individuo de una especie que por ser racional merece el respeto, la libertad, el libre pensamiento, derechos que jamás podrán ser cercenados de la mente si se tiene conciencia de la dignidad.
No es solo una premisa de los preámbulos de las Constituciones Políticas de los Estados, ni un reclamo de los ciudadanos al gobierno de turno, ni de la esposa maltratada a su esposo, ni de los hijos abandonados por sus padres o el de exigir la terminación de la discriminación social.

La dignidad lleva envuelto todo ello de manera unificada constituyendo a la persona en una base orgánica para hacer valer esos derechos básicos, los cuales pueden ser violados, vulnerados, o eliminados, pero la entidad que la representa nunca la podrán desaparecer y esta es la dignidad, es decir, el valor interno de considerarse persona con derecho a pensar que esos atributos son inherentes al ser humano por naturaleza y que tarde o temprano volverán a èl.

Surge a diario la antinomia de la necesidad de sobrevivir y la necesidad de que sobreviva nuestro núcleo familiar. No sobra aclarar que es aspecto lamentable en el que tengamos que acudir a ese vocablo “necesidad” en estos tiempos en el que hemos llegado a la cúspide de la tecnología y aun falta mucho por recorrer para los derechos humanos; pero es algo inocultable, es una realidad que termina descendiendo en sus contradicciones, de modo que esa necesidad de vivir va al galope ganando la carrera y llevándose consigo todos los atributos de la dignidad, tal vez impulsado por lo que Darwin  descubrió como al principio de la subsistencia genética de la especie.

No obstante la aclaración que hemos hecho en la parte in fine del argumento anterior, también debemos indicar que afortunadamente el ser humano no es solamente animal motivado e influido por su composición genética, sino también por su parte racional y lógica que aunque no la usemos se encuentra presente en nuestro cerebro, que se despierta cuando los sufrimientos hacen reflexionar las causas de los mismos buscando el orden y prioridades de los valores humanos.

El capitalismo se ha encargado de enseñar, persuadir y convencer que  lo importante es vivir a cualquier precio sin importar valores éticos, morales y naturales, asi pues, encontramos frases realmente lapidarias como “orgullo con hambre”, “la necesidad impone la ley”,  “de que sirve la dignidad con hambre”; pero me pregunto qué utilidad tiene lo contrario, sino se tiene la felicidad, ni la menor satisfacción personal ni familiar. De qué sirve tener un sustento si uno es esclavo, de qué sirve tener una democracia representativa si te obligan a elegir dentro de un determinado ciudadano, de que sirve tener un padre o una madre si ellos te humillan, un esposo o esposa si te maltrata, unos vecinos si te discriminan, una iglesia si no tienes dinero para pagar el diésmo, de que sirve ser libre si existen fronteras y aun dentro de las mismas no puedes ir adonde quieras, de qué sirve un trabajo en el que no te respeten como persona, de que sirve vivir si vas a ser torturado, de que sirve pensar si no puedes decir lo que piensas.

La dignidad está por encima de la vida misma, vivir sin ella no vale la pena,  es algo que como lo demostró Gandhi y Jesucristo no nos la pueden quitar jamás sino la entregamos voluntariamente; en otras palabras, nos pueden colocar en la mas paupérrima situación; pero jamás nos harán perder la dignidad si nosotros no queremos, porque un preso injusto que enseña y piensa ya no está preso, porque una mujer que se ama a si misma bien puede desechar al hombre que la maltrata, porque el ciudadano que no tiene sus derechos básicos tendrá derecho a opinar y a pensar interiormente sin que nadie lo pueda evitar. Por contera, la dignidad   surge como un poder innato y no podemos entregarla por necesidad, nuestros o futuros hijos quieren sentirse orgullosos de sus padres por lo que piensan y hacen libremente con valentía y sin violencia que por lo que hacen por la necesidad única y exclusivamente, pues, eso es ser y aducar miserables.

Lo anterior  lo escribo a manera de recuerdo de las múltiples luchas que ha tenido la humanidad en los diferentes lugares del planeta para alcanzar la dignidad y la vida que han entregado muchas personas que sintieron el espíritu libre en el corazón. 

domingo, 30 de octubre de 2011

LA PLANTA ENVIDIOSAMENTE ILUSIONADA

Es la aridez la que me aflige y por el que hasta el calor a veces me conturba.

Sigo creciendo en llanuras secas y abandonadas en cuyos horizontes veo algunas compañeras floridas y diferentes; más sin embargo, su clorofila y nutrientes es la misma que llevo dentro.

La veo contenta de crecer sin detenerse y a pesar de no estar tan distante, ni una mirada de compasión me ofrece aun conociendo que yo nací primero. Es egoísta? no lo creo; pero solo piensa en ella y así debe ser, es el ciclo normal de la naturaleza el que algunas subamos y otras las veamos desde abajo; así también es natural que al crecer tanto, primero le llegue su final. A veces pienso que no me mira porque cree que le tengo envidia. No está en lo cierto; pero los hechos pueden darle válidamente esa conclusión y no haré nada por desmentirla.

Como planta no entiendo porqué la lluvia no hace milagro, porqué no cumplo rápido mi objetivo en la vida. La naturaleza es sabia y no es mi designio entenderla; sino aprender creciendo.

Tanto esfuerzo hago de entender que mas me enredo en lo incomprensible, más al ver como en la lejanía mi compañera sin quejarse y con el mismo sol crece a ritmo acelerado.

Mientras me preguntó porqué he quedado rezagada en la naturaleza, respondo, tal vez sin saber, que tomo impulso para ser inmensa, y por ello al necesitar espacio, debo estar sola.

Puede ser una posibilidad el que el futuro me tenga preparada una sorpresa; por ejemplo, el que mi madurez sirva de sombra al bosque entero que hoy me abandona.

Hace mucho sol es cierto; pero sigo viva y respirando, lo seguiré haciendo hasta que pueda y con la esperanza de ser un gran árbol, hasta tanto te deseo buena suerte compañera.


La envidia no es buena consejera y menos buena compañia.

EL CONDOR QUIZO SER CAZADO


Siempre te observé en las alturas de las montañas que nunca pude subir; cuando llegó el día en que pude ser capaz de llegar a donde estabas, renuncié a hacerlo por el camino lleno de espinas que preferías; no obstante, caí estrepitosamente en las laderas por el que ciegamente escogí. Tú desde la cúspide me miraste sabiendo que me iba a levantar; afortunadamente me  tropecé y la vida me regresó a mi realidad.
No fue la misma suerte para tí Cóndor de los Andes, que en los cipreses buscabas tu felicidad; te elevaste conociendo la inmensidad de la naturaleza incomprensible. Soñaste no pisar la tierra jamás; sin embargo, siempre estuviste solo, caites en trampas ingenuas y por poco te devoran animales menos fuertes que tú. Eso no te importaba. No era rebeldía ni osadía, no le encontraste el sentido a la vida o no quisiste dárselo tu mismo. Nunca podré hallar la explicación de tu fácil y cruel travesía.

Cuando te lastimaste las alas por volar más allá de lo que podías, creyéndote tal vez, un Juan Salvador Gaviota, todos te protegieron y cuidaron. Te aconsejamos no volver a volar mas allá de lo que tus alas podían soportar; pero solo esperabas la oportunidad para nuevamente alzar el vuelo.

El espíritu libre y sin prejuicios se conjugó con tu actitud ilusa de manera perjudicial y, como siempre, partiste sin importarte la evidencia de los hechos del pasado. Como siempre los cazadores te han atrapado y no podrás volver a volar esta vez. Pienso que ante tu fracaso intento de volar más alto y de conseguir llegar a las estrellas, tú mismo, dejando al azar tu vida, buscaste que te cazaran.

Mientras te recuerdo con rabia por no poder hacer nada que cambié el pasado y sentir al mismo tiempo impotencia  al no poder impedir el triste designio que le diste a tu vida al escoger dentro de los horizontes claros, el oscuro segmento de las nubes espesas, pienso con esperanza en algún día volverte a ver.

martes, 25 de octubre de 2011

LA NAVE DEL AMOR INFINITO


Busco la nave que cayó del espacio para arreglarla e ir donde estés. Te buscaré  en todo el planeta, volaré sin pensar en más nada que en tu belleza, en tu sonrisa, en tu voz, en tus ojos y en la forma natural de tu cuerpo.
No la encuentro a pesar de que la busco en las ciudades, en los desiertos y hasta en el fondo del mar. Todo lo hago por tí amor, para terminar lo que nunca empezó, para que me aceptes en tu corazón y sepas que pude hacerte feliz.

Cuando empezaba a florecer la atracción y la realidad de mis sueños, descendiste en tu infortunio y aun así te seguía queriendo. Al principio creíste que tus padecimientos eran temporales hasta que llegó el diagnóstico y supiste que era terminal. 
Te fuiste sin despedirte y la última vez que te ví me dijiste que no eras la mujer para mí; sin embargo, te insistía irremediablemente porque sentía en mi corazón que te moví el interior de tus pasiones.

Eres tan linda, tan madura y a la vez tan infantil, toda llena de ternura. Te fuiste para no volver; pero yo te buscaré.

Dónde estará la nave que me lleve hacia ti. Me interno en el océano y las  sirenas dicen que te olvide; sin embargo, nada me borra de la mente tu hermosura y ese instante en que estuvimos a punto de besarnos.

Recuerdo que me decías que no eras la mujer para mí, tal vez porque pensabas que te amaba por lástima y que nadie te podía querer en tu agonía. Te equivocaste, como también lo hiciste cuando afirmaste que tu imagen fría se desvanecía en la cama para no regresar. Siempre te observo linda y atractiva en mente. En tus últimos suspiros expresaste que ibas a convertirte en parte de la nada del espacio. Hoy no te veo; pero te quiero encontrar con la nave que cayó del cielo, así sea que pierda la vida en el intento que es lo más seguro, evento en el cual te encontraré fácilmente; mi familia le llama suicidio y locura; yo en cambio, le digo amor y reencuentro. Espérame que llegaré.

Dedicado a las personas que padecen de una enfermedad terminal

domingo, 25 de septiembre de 2011

NO QUIERO SER UN AMOR DE PRIMAVERA

Llega la primavera con su sol radiante  para alejar de los huesos el frio penetrante del invierno y el frio que me dejaste en mi alma.

La he visto en muchos años de mi vida esperándola con sueños e ilusiones que nunca se concretaron por culpa de un amor que fue profundo, pasional, lo reconozco, pero también efímero y causante de dolor. Espero de la vida lo que tal vez ella espera de mi; sin embargo, estoy atada, amordazada por las cuerdas de un destino que me secuestra en obligaciones y espantosos recuerdos.

Pienso que pude ser feliz contigo, no lo quisiste, me engañaste como se le miente a un niño; primero me adulaste, me levantaste el autoestima herido por los años, me enamoraste con palabras tiernas y cuando estaba dispuesta a todo por tí, te alejaste, te marchaste como cualquiera y con ello me derrumbaste. Luego supe de tus mentiras y oratoria para seducir a las indefensas mujeres maltratadas por la vida. Llegué a pensar en la primavera contigo en un lugar de ilusión; pero como dije, la primavera también se fue estas vez y se marchó contigo.

Suelo confundir y no distinguir un sueño con un plan real que pueda conseguir. Es que han sido tantos los desengaños que he padecido que no preciso si es una ilusión el que un hombre me hablé al corazón o sólo es una vana porfía que aun pensaba cuando era niña.

Lo cierto es que el tiempo pasa y aunque la vida no da espera, me levantó con la emoción de conocer a ese hombre que no se marché con la primavera. Lamentablemente ya no soy la misma de otros años, he perdido ciertas virtudes físicas a pesar de que sigo siendo bella. Me pregunto sí acaso Cupido no me ve, si el amor se burla de mi, si soy hija del corazón frustrado, de la desdicha hecha ilusión, del placer moribundo. ´

Sigo adelante con la ganas de construir una relación que me haga vivir de verdad sin prejuicios y me haga olvidar de este falso sobrevivir que llevo como una carga a mis espaldas por el infortunio de las malas elecciones del deseo.

Hoy recién comienza la primavera y tengo el presentimiento que llegarás, y esa premonición me hace feliz, me hace sentir a tal punto contenta que a veces prefiero vivir con la esperanza linda de conocerlo y esperarlo, que lograr mi objetivo y llevarme una decepción.

Mientras esto sucede, tú lo sabes, te llevo en mi mente, en mi corazón y hasta en mi piel; pero antes de ver que marches con la primavera una vez más, prefiero estar sola, completamente sola recordándote y olvidándote a la vez porque si bien soy desdichada con el amor, lo prefiero; en cambio tú ser especial, pero insensato, haces que el amor sea desdichado contigo y eso es desechar lo más hermoso de nuestras existencia.


Ven primavera, irradia con amor el día, hazme sentir aquellos sueños que tenía de niña. Siento el calor tenue que me alegra y recuerda que soy valiosa, humana y extremadamente amorosa, grito en silencio que estoy viva y dispuesta a disfrutar los placeres sanos que me ofrece. Con una sonrisa coqueta sin que nadie lo sepa, te espero, ya llegarás y cuando eso suceda si me dices que te iras con la primavera, haré lo imposible, subiré al cielo si es necesario y hablaré con Dios para que haga que la primavera no termine jamás.   

Del Illo
Dedicado a una mujer al que le es esquivo el amor

sábado, 24 de septiembre de 2011

DETENIDO POR MI DOCUMENTO ROSA

Cuando sali del trabajo no supe dònde tomar el medio de transporte que me llevara a casa, razòn por la que se lo preguntè a un grupo de policìas que encontrè en el camino, a lo cual uno de ellos dio vuelta y me lo explicò; pero seguidamente solicitò mi documento de identidad, el que sin ninguna demora entreguè. El policìa al ver que mi documento era color rosa inmediatamente se puso nervioso y agrupàndose con los otros comenzaron a rumorear en voz baja no se que cosas; mientras ya yo habìa identificado a ese agente que me pidiò el documento; era el agente Dodò que sòlo contestaba a su superior que sì y asentìa la cabeza en en el mismo sentido.



De què se trataba todo esto me preguntaba. Enseguida se dirigiò hacia mi un señor con zombrero o gorra militar que dijo que debìa quedarme un tiempo porque estaban averiguando mis antecedentes. Le expliquè que  recien salìa del trabajo, que era una persona de bien, a lo que èl respondiò: que no le importaba porque yo era sospechoso por tener mi documento de color rosa. La verdad no entendì; pero recordaba esa cara, finalmente supe que se trataba del Inspector Clouseau y conocièndo ese personaje como lo conocía desde niño, sabía que tendrìa problemas ya que era muy testarudo e inventaba cualquier locura para darle un positivo al comisario.



El inspector procediò a decirle al ayudante Dodó que enseguida llamara al Comisario porque habìa detenido a un complice de La Pantera Rosa. Al escuchar tal afirmaciòn me sorprendì, le expresè educadamente que mi documento era rosa por casualidad de la cubierta de protecciòn que le habìa comprado; sin embargo, nada tenìa que ver con la Pantera. El comisario respondiò que no le engañarìa porque yo llevaba el color rosa de mi sangre y origen y en todo mi ser, ademàs que me preparara porque ya llegarìa el movil. El Inspector no dejaba de regañar a Dodò y le decìa que volviera a intentar, a lo que este ùltimo medio dudoso le respondìa que SÌ estaba seguro de llemar al comisario porque tal vez yo no era complice de la Pantera Rosa. El comisario le confirmaba que sì porque yo era sospechoso, por ademàs de lo anterior, de tambièn tener un chicle rosa pegado en mis zapatos.

Estaba cansado de haber trabajado todo el dia, habìa transcurrido una hora desde que me detuvieron los  policias, quienes cada vez eran màs. Me daba un poco de vergüenza lo que sucedìa, al mismo tiempo estaba asustado y con rabia. Por casualidad pasaba por el lugar el Hombre Bajito Blanco, sì el mismo de la historieta que nunca le colocaron nombre; pero lo identificaba plenamente y gritó a los policìas que me dejaràn tranquilo, que porquè no detenìan a la Pantera o al que lo dibujò tan bajito y con bigotes le reclamaba; no obstante el Inspector no prestaba atenciòn y le respondiò que cumplìa òrdenes del superior quien le habìa ordenando que todo el que tuviera el color rosa lo detuvieran por la sospecha de su fama; agregò: que se cuidarà porque personas como yo lo podìan manchar de rosa y el señor Bajito Blanco se asustò y cambiò de opiniòn al ofrecerle disculpas y darle felicitaciones al Inspector e informò que servirìa de testigo del delito. El señor blanco bajito nunca me agradò y ahora menos con esa actitud, bien merecido tenìa las bromas que le hacìa la Pantera- pensaba.



Me sentìa muy triste y mal por lo que estaba pasando a pesar de las variadas explicaciones que les daba. Pasado un tiempo llegò un auto de la policìa y se bajò un señor elegante que me llamò a parte y comenzó a interrogarme insistentemente, amenazàndome con meterme preso por tener sangres de origen rosa. Seguidamente se reuniò con el Inspector y con el ayudante Dodò y con mucha rabia les dijo que yo no parecìa complice de la Panterà; sin embargo, ellos con miedo, ya por la embarrada que cometieron, decidieron seguirla e inventaron la hipòtesis de que era mentira lo de mi trabajo. El Comisario me pidiò que lo acompañarà a verificar los datos a mi empresa,  a lo que accedì sin ningùn problema. Llegamos y estaba por fortuna mi jefe, quien le confirmò mi dicho, por lo que no le quedò otra opciòn al Comisario que explicarme que La Pantera Rosa andaba por ese sector y que la orden era detener a todos lo de color rosa hasta excluir la posibilidad de ser complice de ella.



Yo me enfadè por la inversiòn de la presunciòn de inocencia a la presunciòn de culpabilidad, por la discriminaciòn y persecuciòn en razòn al color rosa de mi documento y al calificar de sospechoso a todos lo de mi origen y le exclamè que mi decencia era mayor que su arbitariedad, que su operativo no lograba impactar en la sociedad, la que sabe que es pura apariencia lo que hacen con el màs dèbil porque saben perfectamente donde està La Pantera Rosa. Les ofrecì mi mano al ayudante Dodò porque cumplìa ordenes, El inspector se habìa ido de la verguenza. Me entregaron el documento de identidad, caminè hacia mi trabajo para hablar con mi jefe dejando al Comisario detràs con la sensaciòn de haber estado en frente de una persona que no engañó, como tampoco a la sociedad ni a el mismo, tuvo que haber sentido verguenza. Cuando estaba a punto de ingresar a mi trabajo di vuelta y me di cuenta que la Pantera Rosa estaba observàndome con una sonrisa, mientras los agentes de la policìa se hicieron que no la veìan y el Comisario ingresò a su auto arrancando raudamente. En ese momento comprendì la situaciòn que vivimos los de documentos rosas en lugares de mentiras en el que servimos como chivos espiatorios para desviar la atenciòn de los verdaderos problemas.



Esta no es una historia màs de la Pantera Rosa, esta es reflejo de la situaciòn que vivimos todos los migrantes del mundo.










domingo, 18 de septiembre de 2011

UN SEÑOR ME QUIERE HACER DAÑO EN EL TREN


Siento una extraña sensación de que alguien me sigue cuando voy trabajar; sin embargo, no presto atención a aquello que tal vez es sólo producto de la imaginación, razón por lo que sigo caminado hacia mi labores diarias. Tomo el boleto del tren y espero su llegada.

Mientras el tren llega pienso que a veces este ambiente europeo suele ser cerrado para la expresividad de lo sentimientos sociales, a tal punto, que desde que parto de mi casa hasta que llego al trabajo me conduzco por pura señas elementales. No existe los buenos días ni el grito de “adiós vecino”. Por lo mismo el silencio es más profundo, la conciencia da gritos de culpa, los recuerdos lloran, la nostalgia se regocija con su melancolía, la memoria se fija, los ojos se hipnotizan con cualquier objeto tal fuera un bebe con los colores y de esta forma el viaje se hace lento y a veces cuando tomo el tren vacío se puede tornar cruel e histórico. El movimiento del ferrocarril y el paso de las estaciones causan un estado de regresión que llega hasta adormecerme antes de llegar a saber de dónde vine y quién era.

Cuando por fin llegó el tren me apresuro a apoderarme de una silla, lo cual es un logro después del tsunami de personas que se abalanza hacia ese mismo objetivo. Con el tiempo te insensibilizan y te insensibilizas, poco te importan las mujeres jóvenes de pie, quienes en estos tiempos le parece un acto de seducción el que le cedas el puesto. Por fortuna los viejos y mujeres embarazadas lo aceptan, salvo el día que me levanté para seguir las normas de urbanidad de Carreño en favor de una anciana y ésta con un tono suave pero firme, me contestó que agradecía el gesto no obstante lo rechazaba porque le costaba más trabajo levantarse que sentarse. La verdad que era lógica su deducción, pues, prácticamente ingresó al tren por partes, con un brazo se tomó una pierna y la subió y luego hizo lo mismo con la otra, después con gran esfuerzo logró equilibrarse, no me imaginaba cómo iba a hacer para salir del tumulto de personas.

Bueno siguiendo con la narración de ese día, una vez tomé el asiento y vi la multiplicidad de caras de todas las formas y estilos sentí nuevamente que alguien me estaba observando, es más, siempre lo había percibido; pero esta vez estaba dispuesto a ubicar a ese imprudente antes que llegara a la estación de mi destino para decirle sus cuatro verdades en la cara y echarle hasta el gas pimienta que guardo como defensa personal en mi bolsillo que, entre otras cosas, ya no se si todavía sirve.

Que sorpresa tuve al notar que ese imprudente estaba al frente mirándome fijamente sin ningún temor y, lo peor fue, que se acerco aprovechando que se había levantado el pasajero que iba a mi lado y justo se sentó en el mismo puesto. No lo conocía, estaba vestido  de negro y elegantemente, llevaba un sombrero europeo de principios de siglo XX que sólo había visto en la película del Titanic. Con una voz tenue y de hablar rápido,  antes que le dijera algo me comenzó a reprochar y a señalar con el dedo cuestionándome todos mis errores, recordándome todos los sufrimientos padecidos a causa de mis imprudencias o inmadurez, atizando con dolor en aquellas personas que amo y no puedo ver. La verdad no mentía; pero me estaba hiriendo mucho y no tenía derecho para hacerlo- pensé-. Quién era para reclamarme me preguntaba, trataba de no hacerle caso ignorándolo; sin embargo, tenía algo que generaba que le prestara atención y era su agudo argumento para hacerme sentir culpa.

Trataba de justificarme en vano porque todo lo refutaba con gran acierto y convicción; por último le manifesté que lo que importaba era que no lo volvería hacer, lo que no le bastaba, porque me repetía que aun debía seguir asumiendo los costos de mis equívocos. Al fin me cansé y le pregunté qué sí acaso el no se había equivocado? y me respondió con seguridad que no, que el no se equivoca, que el había nacido para reprochar sin errar.

Cada vez veía los episodios de mi vida contados por ese personaje casi al ritmo del tren y cada vez que pasaba una estación las cambiaba en un tono acusador. No pude más y le inquirí firmemente que me  dijera quién carajos era y porqué me seguía a todas partes, a lo que éste tomándome por el cuello me respondió que era un amigo del que yo pretendía abandonar muy fácil y rápidamente sin pagarle todo lo que le debía. Del apretón en la garganta casi lloro y miraba a los lados en busca de ayuda; pero nadie parecía ver lo que me estaba pasando. Saqué fuerzas donde no las tenía y le reiteré que yo no le debía absolutamente nada, que me dejará en paz, que me estaba haciendo daño.

Ese personaje me soltó del cuello y con toda firmeza me dijo que yo le debía la vida, que era todo lo que yo necesitaba y que debía seguirle por siempre, que yo debería actuar de acuerdo a sus ejemplos y que no me permitiría jamás que lo abandonare. Para mi estaba orate completamente y no estaba dispuesto a soportarle sus pretensiones, no obstante que sus dichos fueran ciertos y me generaran culpa, razón por la cual le expresé que no lo recordaba y le interrogué con ironía que -si yo repetía sus ejemplos como el dice- porqué me había equivocado en lo que ahora me reprocha.

El guardo silencio y comenzó a llorar, entre lágrimas me decía que yo era todo para él, sus alegrías y tristezas y que si yo recordaba bien también él lo era para mí. No sabía de que me hablaba, me daba tristeza verlo así, quise darle un abrazo y en ese momento noté como simulaba que lloraba, lo sorprendí queriéndome manipular, lo que me generó tanta rabia que le pegué una bofetada y le grité que jamás lo seguiría porque parecía un loco obsesivo que me hacía daño.

Observé que ya venía mi estación de destino, me solté de su brazo; pero se me abalanzó casi a los pies y me sostuvo con fuerzas y no me permitía caminar mientras los otros pasajeros comenzaba a prepararse para salir por la puerta principal. En ese momento no tenía otra opción que patearlo en la cara, lo cual hice al tiempo que le dije que no lo seguiría en sus malos ejemplo y que si tenía algo bueno lo tomaría cuando lo conociera, mientras que no me siguiera.

Con el rostro adolorido y sangrando me dijo que nunca podía olvidarme y que iba a estar en el tren siempre que yo lo tomara reclamándome lo mismo hasta que yo lo aceptara. Pensé por un momento que era un psicópata; sin embargo, concluí rápidamente que era inofensivo si yo no le permitía dañarme y que podía ser lo contrario si yo se lo concedía; como últimas palabras le señalé que si era cierto que iba a estar en ese tren todos los días a mi lado, más le valdría no reprocharme lo que yo había superado con dolor. Pensaba que si era para apoyarme,  ya que supuestamente me conocía, lo escucharía con agrado en un futuro.

El sonriendo, con la boca sangrando por el golpe que le propiné, me contestó que no podía hablar de lo que yo quería escuchar y que por más que quisiera no podía dividir lo bueno de lo malo y que siempre me reprocharía, que era yo el que debía asumir una aptitud diferente y valiente frente a ello.
Luego procedió a tirarme un papel doblado que en el momento no pude leer porque casi se cerraba la puerta del tren.

Una vez en la estación y antes de leerlo, pregunté a varios personas sí habían visto al extraño señor; pero todos me contestaron que no y que yo siempre fui solo en ese tren porque a mi lado nunca hubo nadie sentado.

Sorprendido destapé el pedazo de papel y  leí una frase que decía “Yo soy tu pasado, no me olvides, aprende de mí y aborréceme al mismo tiempo, pero sin alejarte porque no podrás”.

A partir de ese día supe que mi pasado me seguía y que todos los días que tomara el tren lo vería sentando a mi lado preparando su discurso; pero decidí que sólo lo dejaría hablar cuando yo quisiera y sin que lo impidiera invite a que me siguieran también dos señores que son más convincentes que él:  el señor presente y el señor futuro que con el positivismo que hablan hacen que el pasado se sienta solo  y desactualizado.

A pesar que no puedo negar que el pasado aun fastidia mis oídos y mi mente, también es cierto que se va volviendo viejo y cada vez se baja solo en una estación más cercana y me acompaña menos en mi trayecto. Como novedad el presente y el futuro cobran mas importancia en mi vida y me motivan a seguir adelante haciendo las cosas bien.

Ahora, entendiendo quién era ese personaje pueden entender ustedes  el diálogo que tuve con él en el tren, el porqué de sus respuestas y las mías.
El illo   

miércoles, 24 de agosto de 2011

ES MEJOR QUE NO TE AME COMO ANTES


Estamos bravos, lo se, pero ello no obsta para no contestar tu duro cuestionario con la mayor honestidad, tal como lo hiciera en otrora con mi primera profesora de matemáticas cuando me preguntaba las tablas de multiplicar; si me equivoco es por defectos de la memoria y no por mala intención, aunque se que en tal evento el castigo es seguro y no hace diferencias en las motivaciones o causas del error. El ser humano es víctima del concepto de martir desde niño; de ese modo la "letra con sangre entra" y de adulto el amor con sufrimiento es furor. 

Es cierto lo que dices, hoy no te amo como antes porque precisamente discutimos en este día; sin embargo, ayer te amé más que nunca y mañana te amaré como ningún otro.

A tus quejas te respondo con acierto y espero pueda hacerme entender para que optes por lo mejor. No puedo negar que el tiempo pasa y el afecto cambia; pero para bien cuando verdaderamente se ama. Reconozco que antes estaba solamente enamorado y hoy se unieron otros sentimientos lindos que antes no existìan y que tambièn deben disfrutarse. Confieso que hoy te amo y antes probablemente una gran parte de mi sólo te deseaba y una pequeña parte pensaba en una ilusión de relación o un sueño de amor por ya no creer en él; por fortuna hoy se hizo una feliz realidad ese diminuto sueño y el amor real venciò la incredulidad de la desiluciòn del pasado. Antes de lanzar una frase de reclamo por no ser perfecto entiende por favor que es mejor que te ame por siempre a un mero capricho pasajero; sin embargo, tu debes escoger que quieres de acuerdo al amor que te tengas.

No hay duda alguna que antes me brillaban lo ojos al mirarte como me reclamas; pero hoy emana luz del corazón que no ves y que si te relajas puedes sentir en tu pecho. Antes deseaba afanosamente placer tal fuéramos juguetes de niños nada mas; hoy disfruto del placer no como fin ensimismo; sino como medio para amarte con calma, con la pasión y con la seguridad de tenerte por siempre.

Detente a pensar que sí seguíamos en el "antes" podía llegar a ser muy efímero, esto es, un sufrimiento más, no existiera ni el recuerdo; es decir, no habría "antes" sólo un "fue"; sin embargo, no sucedió esto por suerte ya que se mantuvo, modificó y evolucionó en lo que ves hoy. No te lamentes entre el ayer y el hoy porque es mejor amarte por siempre que enamorarte por algunos días. En el antes no existía la razón, sino la emoción; en el hoy subsiste la razón y el corazón juntos.

En fin, te amo para siempre, más que en el ayer en el que creía que lo hacía, hoy no lo creo; lo siento con certeza en mi corazón.

Si quieres, eres práctica y te sientes satisfecha toma estas palabras como un “siempre te he amado”. No pienses tanto en el ayer que sin dudas  fue hermoso; màs bien concentrate en el presente que con con mayor estabilidad ha pulido la madera de la pasiòn a tal punto que tu piel y la mia hablan por si solas cuando se juntan elimando la duda, la timidez o el equìvoco de los primeros impulsos. De todas formas y sin importar como lo entiendas, te amé, te amo y te amaré comprometiendo mis emociones, la mente y el corazón para siempre.

Dices que ayer me emocionabas; pero no te das cuenta acaso que hoy te deseo mucho más y el amor tiene la mejor vibración coordinada de los años en una melodía de furor que si bien a veces no sabemos cómo ni cuándo podemos empezar; ya sabes el porqué? también lo es, que cuando nos queda tiempo no queremos terminar jamás como si fuera la primera vez.

Ahora, no se qué prefieres entre el ayer y el ahora. Yo me quedo con el amor que se creo entre los dos con nuestro pasado, presente y futuro. Ven acércate, deja la rabia hermosa, regálame una sonrisa de esas que me hacen reír sin hablar y dame un beso que no haga distinción entre el ayer y el hoy porque sabes que todavía sentimos lo mismo que comenzò en aquella ocasión en que te robé, sin mayor resistencia de parte tuya, el primer beso que te enamoró.

Mira que el vino al igual que el amor con el tiempo se torna más amargo, pero más fino y delicado si lo sabes saborear y se ha mantenido bien envasado para que no salga el aroma. No hay lugar a dudas que así tambièn es nuestro amor que está cuidado dentro de un barril de respeto mutuo y solidario; entonces debemos concluir que el nuestro es un buen vino de amor. Yo diría que ya esta añejo a pesar de su data y lo importante es que encontramos la fórmula perfecta para que no se agote ni se derrame en abundancia que conduzca a la monotonìa y aburrimiento. No lo digamos para evitar imitaciones envidiosas que dañan el espíritu cuando agregan quejas utópicas por no conocer la esencia del alma,  tal como ocurre cuando por ignorancia se mezclan el agua con el vino para sentirlo mejor.

Ahora, de seguir con esa carita brava estoy dispuesto a hacer lo que se que deseas que haga, valga la redundancia, esto es, que vaya silencioso detrás de ti cuando estés en la cocina y tu haciéndote la que no has escuchado nada, ni siquieras mis pisadas y, por mi parte, yo el que no me has dicho nunca nada malo, caminaré suavemente a abrazarte, darte una caricia con mis labios en el cuello, voltearte y robárte un beso para que me pidas que te lo devuelva; pero, será tan inmenso que no lo podrè devolver fácilmente; mientras entenderè la cantaleta del amor del "ayer y hoy” como un cobro del beso  hurtado y de este modo ten la seguridad que sì te lo pagaré; pero de a poco, recuerda mi amor de a poquito, suave y apasionadamente nenita linda y consentida, que te haga olvidar la comida que tenìas en el horno  y sólo así tal vez me perdones esa deuda de amor que no puedo ni quiero pagar para no agotar nuestro amor en un único momento; de esta manera, espero logres entender por fin que es mejor que no te ame como antes.

El Illo

miércoles, 27 de julio de 2011

MIS PALABRAS MÁS ELOCUENTES

Muchas veces considero que aplicar una filosofía a la vida para explicar sus variadas complejidades es tarea imposible y quien así pretende hacerlo se engaña asimismo. Por eso no interpretaré la angustia que actualmente me aqueja y que se aliviará pronto.

Es importante para mí salud escribir, me hace sentir mejor, es una forma de terapia que no le encuentro la razón; pero en cambio, sí la utilidad.  Hoy, por ejemplo, siento el dolor y la impotencia de no poder mencionar las palabras más originales y antiguas que aprendí, aquellas que miles y miles de veces repetí sin adentrarme en su profundidad para ver su verdadera dimensión conceptual y afectiva.

Me refiero a la de decir “Mamá” o “Papá”, esto es,  las de llamar a las personas que me dieron la vida.

Uno aprende a lo largo de la vida que son seres realmente excepcionales y concluye con la apreciación de que siempre se tiene un saldo de amor adeudado que nunca se entregó por más que se hubiese hecho todo lo posible para ello. La ausencia juzga lo deseado muy bruscamente y hace estragos en el corazón humano a tal punto que genera culpabilidad por el sólo hecho de ser hijo.

Cómo no extrañar esas palabras después de tantos años de haberla repetido en los diferentes estados de ánimo. Terminan convirtiéndose en un refugio, en una palabra casi mágica para aliviar los sinsabores que nos depara muchas veces la vida que creamos  aun en contra de nuestro progenitores.

Cuando se dejan de mencionar se siente el vacío del dolor haciendo llamas sin poderla extinguir, se aprecia que por fin se llegó a la adultez y a la responsabilidad de seguir solo en un mundo a veces cruel, en el que no puedes quejarte sin afectar a quienes ya te llaman de la misma manera.

Sólo a los que les hace falta los padres saben de lo que hablo, pues, mil veces han podido experimentar el deseo de mirar al cielo y gritar “Mamá o Papá” en un grito tan fuerte que no acabé jamás.

Se podrá mencionar que es la lay natural, que es el ciclo de la vida; sin embargo, para mi no es del todo así, porque si bien estoy de acuerdo con aquella frase que dice que “Sólo existe una cosa peor que perder a un hijo y es que un hijo se quiera morir”, también debo señalar que únicamente existe una cosa peor que perder a los padres y es que aun estando vivos no se les pueda llamar.

No es la naturaleza la que impone mi silencio, sino el irrazonable, violento y rencoroso comportamiento humano que me mantiene en el exilio; pero aún así, no dejaré de nombrar a mis viejos cuando yo muera, en ese lugar persona alguna me podrá detener o impedirlo; mientras aun viva, cada vez que pueda lo haré sin pedirle permiso a nadie, porque es el llamado de protección afectiva y aun espiritual más fuerte y elocuente que conozco desde que tengo razón.   

viernes, 1 de julio de 2011

EL FRACASO DE UNA HORMIGA NO FRACASADA

No es rara la situación, como dice aquella fábula de Esopo: “que en más de una ocasión sale lo que no se espera”, lo que a mi manera, es un tanto desilusión que, a cualquiera desespera; tal vez y no lo dudo, es normal para muchos que están en la buena; pero, aun creyendo en esa última posibilidad de optimismo también es cierto, que de seguir esa “normalidad” seguro estaré en el límite de locura y lloradera. Me replican que exagero, que la situación no es tan dura; entonces para saber la verdad no nos queda otra opción que analizar un episodio de mi vida con delicada cordura. Eso sí debo advertir antes, que no haré más rima de esta historia de aquí en adelante; no es que sea difícil hacerlo y menos en el otoño que me encanta porque trae su leve frío junto con el moderado viento; pero la verdad, por huraño que estoy no quiero perder más el tiempo, ojalá cause furor por el toque de realidad con humor:

Sin entrar en pormenores de lo que fue o no, de lo que hice o deje de hacer, la verdad es que ya viene un tiempito prolongadito de situaciones no muy reconfortantes con algunas excepciones de furor y alegría temporal; aquel día, por no decir “ayer por ejemplo”, necesitaba un (1) dolar, mejor dicho dos (2) dolares para ir a hacer una diligencia médica y volver; sin embargo, luego de que busqué y busqué sólo encontré un (1) dolar con cuarenta (40), eso, valga resaltar, después de arrastrarme  tal fuera un ratón debajo de las camas para ver si observaba alguna moneda y, como había oscuridad, encendí mi celular para tener un poco de claridad, ingresé un poco más quedando apretujado por lo bajo del somier cuando de repente vi una de las escenas más tenebrosas, escalofriantes, terribles, asquerosas y repugnantes  de mi vida:

Una inmensa, negra y peluda cucaracha en frente de mi cara y voy a contarles señores, los que me conocen saben que no miento, que la blatofobia como se le llama científicamente a lo que yo  le denominaría “cucarachofobia”  aunado al hecho de no poder salir rápido de ese lugar por lo apretado que estaba casi me generan un infarto, quería convertirme en el “hombre increíble, ¡sì, el verde por las dudas¡ para poder levantar la cama,.el colchón, la ventana, el techo y cualquier cosa que se metiera en mi camino, luego volver a ser humano, o sea, el yo real que les habla, y salir corriendo kilómetros enteros distantes de esa espantosa alimaña. Preguntarán ¿el porqué no elegí al personaje de “Superman”? la respuesta es sencilla: Superman es siempre poderoso y fuerte, es siempre “Superman” y enfrenta a sus enemigos etc , etc, etc. pero la verdad yo no tengo deseo de enfrentar a la cucaracha ni siendo ese super héroe, las evito a toda costa y no tengo la mínima intención de matarla ni pisarla ni nada por el estilo, me generan un temible asco.

Por esa razón, quería solamente fuerzas para levantar el mundo que estaba sobre mi humanidad en ese momento, tal fuera el “hombre verde” que aguanta y posterior al desastre que hace y pasado el susto, se marcha. Similar a lo sucedido en la mencionada tira cómica, pero descendiendo a la realidad, por mi parte no quería matarla, solamente deseaba, luego de tirar todo a mi alrededor, correr y alejarme de ese bruto animal que, entre otras cosas aclaro, no les tengo miedo; sino algo que no se describir y que se aumenta por su taradez, torpeza y brutalidad, pues, son tan estúpidas que siempre vuelan o corren para donde me encuentro en vez de irse por la vía contraria en la medida que yo represento al presunto agresor (que en realidad es víctima en este caso y sale despavorido). Si actuaran de esa forma, como lo hacen todos los animales, no les tendría tanta rabia; pero no, está es invenciblemente idiota, por esta razón creo, y no me importa que digan los ilustrados entomólogos, han sobrevivido tanto y seguirán haciéndolo por ser verdaderas bobas y tontas al extremo. Bueno, basta de las cucarachas porque no terminaré el cuento central de hoy por lo inevitable que es para mí el despotricar de ellas cada vez que puedo, así me suelo desahogar mucho. De esa forma comenzó el día y no terminó mucho mejor y prefiero no describir lo que aconteció en ese interregno.

Llegaba el día siguiente y era tan ¡magnífico¡ como el día anterior que acabo de resumir. No encontraba la solución a nada, tenía una desmotivación terrible y debía hacer miles de diligencias importantes y no sabía ¿cómo iba a comenzar ni con qué medios?. Daba vueltas y vueltas por el patio hasta que, como buen observador que suele buscar las respuestas en los comportamientos de los animales, me di cuenta del hermoso otoño que dejaba la hojarasca revuelta en el piso rústico de cemento movida tenuemente por el viento frío de la mañana y, lo mas importante, dentro de ella noté algunas hormigas dispersas cargando unos pedazos de hojas frescas hacia alguna dirección que para ese momento desconocía por completo.

Me llamó la atención de todas ellas la que cargaba la hojita más grande, que era en esencia un pedazo de hoja que casualmente se encontraba muy lejos del portón del garaje por donde la mayoría de sus amigas salían a la calle. Todo el patio estaba repleto de hojas de todos los colores y formas, algunas de las cuales estaban cerca del mencionado portón, por lo que me preguntaba el ¿porqué aquella hormiga solitaria no cargaba una de las que estaba cerca de la salida y rápidamente llegaba la calle?.

De ese modo, primero pensé que ese pedazo de hoja que cargaba tendría un sabor especial dado que era como amarillenta con rasgos aun verdosos lo cual podría dar un jugo especial, sin saber entre otras cosas, si las comían o la usaban como madriguera; sin embargo, alguna respuesta debía imaginarme; pero no era así, pronto me di cuenta que existía muchas con el mismo color; entonces deduje que era el tamaño y la forma, ya que que estaba medio recortada por lo que parecía ser pequeñas comeduras de insectos o de las mismas hormigas y, por ello, necesitaba esa y no otra; no obstante, al inclinarme percibí que si bien no eran muchas, había otras tantas de parecidas connotaciones y más dóciles para lograr su objetivo. En fin dejè de divagar, recordé mis diligencias y volví a la realidad adentrándome al interior de la casa, desmotivado además al ver: la distancia que le faltaba a la hormiga para llegar al portón como de dos (2)  metros o más, la velocidad que iba, la brisa que la volteaba tal fuera un velero en una tormenta, las múltiples vueltas y curvaturas que debía hacer por la cantidad de hojas que había en el camino, aunado a que no tenia la ventaja mía de ver desde arriba cual era el camino más corto. En efecto, todo esos factores juntos me hicieron concluir que para arrastrar ese pedazo de hoja tardaría todo el día sí acaso lo lograba. Por ello abandoné temporalmente esta observación, no sin antes tomarle una foto con mi celular a la hormiga y a la hoja que cargaba por si acaso la veía nuevamente al salir a ocuparme de mis cosas.

Al ingresar a la casa sentía que la hormiga me enseñaba que debía perseverar a pesar de los obstáculos y que debía terminar lo que inicié costara lo que me costara. Escuchaba una vocesita interior que me decía que la cuestión no era el objetivo o el premio en si mismo, para eso la hormiga hubiese cargado una hojita cercana a la calle como yo lo pretendía; sino que era el trabajo, el esmero, la iniciativa, el esfuerzo de la misión cumplida, pero la hecha y planeada por uno sin la solución que siempre debiera dar un tercero.

Con esa motivación e ímpetu  tomé el computador directo a Internet y averigüé en el sebelotodo de "google" a ¿qué velocidad caminaba una persona normal?, la respuesta que encontré, a pesar de que no había uniformidad, era que la tasa la media estaba en cinco (5) kilómetros por hora, por lo que pensé que lo podía hacer tal vez en menos tiempo con mucho entusiasmo.Para ese día debía recorrer treinta (30) kilómetros; o sea, seis (6) horas como mínimo de ida, lo que me generó una gran frustración, pues, a ese tiempo las oficinas públicas estarían cerradas, sin mencionar que de vuelta llegaría en ambulancia a mi casa por haberme atrevido a tal travesía sabiendo que nunca hago ejercicio.

Bajé con cierta molestia considerando que la naturaleza no era muy sabia que digamos y que no podía ser tan iluso de compararme con esa hormiga, que entre otras cosas, ahora si la conceptuaba realmente fuerte al poder lograr lo que yo no podía hacer. Por esa razón, corrí para verla por donde iba y que sorpresa la que me llevé, estaba lejos, había recorrido diría que dos metros aproximadamente; pero la verdad al ver el panorama con calma la tildé enseguida de bruta por escoger caminos tan difíciles por donde pasar; imagínese, detrás de una rueda de una bicicleta vieja que no pudo superar, por lo que tuvo que regresar como medio metro y reemprendió su labor prendiéndose tan fuerte como pudo de la hoja, que ni el viento cuando la volteaba la hacia dejarla, creo que primero se le desprendían las paticas que soltar la hoja. Me daba pesar de sòlo verla.

Al ver todo esto, me decía, tengo que seguir con mi esfuerzo, buscar otras salidas, pensar, pensar, ser inteligente, pues si al fin y al cabo, como pocas veces en mi vida, me había metido en una situación particular que no me arrepentía, entonces debía seguirla de algún modo; el problemas era que no sabía ¿cómo?. Ese desconcierto de alguna forma me guiaba a seguir viendo a aquella hormiguita intrépida acercándose por fin a la ranura ubicada debajo del portón por la que debía cruzar con su hoja medio mordida. Llegado el momento crucial, sin timidez ni cobardía, enfrentó con fortaleza ese reten físico caminando directo a él; por instantes la perdí de vista y salí a la calle rápidamente para observarla triunfante, engalanada y orgullosa de fuerza y capacidad, festejando ese día tan fantástico para ella, que hasta de emoción iluminaba la lúgubre calenda mía; pero que desdicha no fue así, hasta las benditas hormigas tienen problemas:

Al no verla, me desesperé y como un loco me tiré al piso decidido a observar con un solo ojo todo lo qué pasaba; fue entonces que percibí  bien la situación y ocurrìa que como la hoja que cargaba el animalito era muy grande, se atasco en la ranura con otra hoja que aun era más grande que justo se encontraba en medio y, por más que le tiraba y hacía esfuerzo no lograba sacarla. En ese momento me dio rabia y mentalmente la insultaba diciéndole que era una bruta, que ya se lo había prevenido, que por la avaricia y prepotencia le ocurriría eso, qué si acaso era tan estúpida de  no ver a las demás hormigas cargar pedazos livianos y pequeños, que entre otros factores, si estaban cerca del portón, no como el grande y pesado pedazo de hoja que tomó por lo menos desde aquel lugar que para esa diminuta hormiguita era el lejano auto archivado, viejo e inservible; hasta dudè de su partida inicial,  de pronto vino aún más lejos y la vi  cuando había transcurrido cierto espacio del viaje; ¡viaje¡ hecho por una taradita que seguro lo intentaba para lucirse como Hércules ante la Reyna, olvidando que no existen súper hormigas, ni siquiera héroes hormigas, ni cuentos en que una hormiga sea poderosa y tuviera que imitar, la única que recordaba era la hormiga medio estúpida también que aparecía en la caricatura de “La Pantera Rosa” que nunca me gustó y que deseaba que se la comiera el oso hormiguero, la misma que no pudo ver la hormiguita real de esta historia. Ahora no me reclamen porque no hablo de la hormiga atómica, pues èsta al igual que la anterior solo tienen cuatro extremidades; en consecuencia, no son hormigas propiamante dichas.

En serio la maltrataba pensando que el trabajo, el laburo era lo de ella, en eso sí son ejemplos y, por tanto, no inventara en cargar no siete (7) veces su peso, que puede ser lo normal, sino en veinte (20) más. Todas y  otras cosas más que no recuerdo le decía mentalmente a esa hormiguita que había visto como por dos (2) horas. A pesar de todo, debido al tiempo que nos acompañamos le tomé cierto aprecio que me obligó también a pensar activamente en su favor.

Por ejemplo pensé en ayudarla; pero dos razones me detuvieron: La primera que la hormiga me estaba ayudando a buscar una solución a un problema de mi vida y no yo a la de ella; por tanto quería ver cual era el paso que debía seguir como ejemplo en una situación similar a  la mía; la segunda y mas importante fue porque estaba seguro y la experiencia me lo indicaba que si metía mi mano y la ayudaba aun con la mayor sutileza, la tonta hormiga no iba a querer más esa hojita e iba a salir corriendo a otro lado tal vez hasta asustada.

Pero aquí no termina la historia, sucedió que por estar mirando como niño qué hacía esa hormiga, una persona decente y adulta me preguntó si ¿se me había perdido algo?, a lo cual respondí disimuladamente que no, que simplemente estaba tomando las medidas del portón para cambiarlo, personaje éste, valga mencionar para volver a mi problemática, que no esperaba que me ayudara con mi pasaje del bus y, por lo mismo, no valía la pena, por más ridículo que llegare a parecer, que me apartara de ver el final de la frustrada hormiga, quien seguía luchando como loca con su hoja. Lo que por humano debo confesar es que sentía consuelo al sentir que algo parecido le pasaba a esa desdichada hormiga a la que varias compañeras se le acercaban, la tocaban, supongo que algo hablaban o se comunicaban con las paticas, la rodeaban; pero se iban sin ayudarle, cada cual se marchaba a buscar su pedazo de hoja; mientras la hormiga protagonista de esta historia se aferraba a sacar su carga a toda costa. Quién sabe si las otras hormigas en ese momento tan difícil la apoyaban, lo que no creo porque no la ayudaron en lo mínimo esperado, creo que que tal vez al igual que lo había hecho yo, le recriminaban, criticaban, le endilgaban testarudez y soberbia y ella callada aprendía su lección queriendo solamente terminar lo que empezó ó que llegara una buena hormiga prójima y samaritana; pero como en las hormigas no existe "Biblia ni Dios", ésta nunca llegó. La verdad me sentí mal al hacer leña del árbol caído porque seguramente lo estaban haciendo conmigo en mi vida.   

Como nunca pienso en resentimientos, eso creo, y que la perseverancia forja el sobrevivir y hasta lleva a construir conceptos motivantes optimista a veces distante de la realidad porque de otro modo sería tanto como quedarse lamentando y quejándose, lo cual tampoco genera frutos, quise comprender ó mas bien di por cierto que si las otras hormigas le hubieran prestado ayuda, poca cosa serviría para la colonia, pues, de alguna manera sabían que la atascada hormiga podía con su carga y que debía superarse por sus propios medios haciéndose cada día mejor; lo contrario, ayudarla significaba perder eficacia, ya que podían hacer dos o tres viajes superiores, en el mismo tiempo que tardarìan en cargar esa hoja tan pesada que aun lucía atravesada en la lata oxidada del portón, y, que para las otras además era función de un solo individuo.

Entonces también pensé que la gente que no ayuda teniendo la forma de hacerlo, no siempre lo hace por una mala intención, inconscientemente quieren que nos repongamos de las malas decisiones y podamos superarnos  nosotros mismos; pues, sí lo logramos seremos libres para siempre; sin embargo, igual razoné que la hormiga se negó a recibir ayuda porque en ocasiones es mejor aceptar las limitaciones reales que recibir flechas envenenadas de críticas, o es mejor quedarse solo a que el colectivo con una mano solidaria y alegre nos ayude a superar aquello que solo no podemos; pero, luego con la otra mano nos saque del bolsillo las ganancias y frutos de lo que nos han dado y que difilmente hemos llegado a obtener, todo bajo el discurso falso de la negligencia asumida que en verdad lleva escondida la espada de la subyugacion  e imposiciòn del fuerte sobre el dèbil en cualquier grupo o sociedad humana.

Así entendiendo las cosas de las hormigas, humanizándolas un poco, entendía la mía, porque en el fondo realizaba solo aquel arte antiguo que honraban los griegos que era “pensar” sobre la vida y sobre uno mismo tratando de conocerme para descubrir defectos y virtudes a fin de superar los obstáculos que creaba con mis actos o pensamientos o aquellos que me presentaba la vida. Bueno, señores creo que le gustaría saber por último en que terminó la hormiga de este cuento, veamos:

Todavía tirado en el piso noté como de manera inteligente la hormiga volvió a meter la hoja al patio para sacarla por otra hendija de la puerta, de esa forma la empujó hacia la casa, por lo que tuve que levantarme corriendo para mirar desde adentro, se me atoró la puerta; pero por fortuna llegué a tiempo para contemplar todo lo que acontecía.

Por escasos dos segundos la hormiga dejó por primera vez el pedazo de hoja, dio la espalda no se si para pedir ayuda o para ver el camino preciso por donde iba a pasar y, en ese momento, de repente una brisa brusca expulsó lejos la hojita que había cargado por casi todo el día, de modo que cuando ésta volteó ya no la divisaba por ningún lado.

Ante mis ojos observé lo que para mi fue un suceso trágico, estaba a punto de írsela a buscar  y traérsela y hacerle entender las cosas; pero ya saben que era imposible, no había forma de decirle como acontece si fuera un perro, por ejemplo, “toma tu hojita” y ella saltando y moviendo la colita que no tiene, la agarraría, saben que eso no era imaginable si quiera. La hormiga atravesó sola el portón y yo corrí rápidamente por la otra parte, esto es, la de la calle y me arrojé al suelo para ver cual iba a ser su destino, es más sentía como que lloraba, pero al mismo tiempo sabía que no era así, era un cruce de sentimientos y razones inexplicables.  Cuando estaba en el piso todo fue tan distinto, lamentablemente no pude diferenciarla de las demás, pues, era la forma, el tamaño y el color de la hoja que cargaba en la espalda que la hacía única, que la hacia especial e individualizable ante las demás, que le aportaba esa seducción que las otras no generaban, su sufrido camino me generaban admiración hacia ella como a ninguna otra, de tal forma que si no hubiera tenido tanto trabajo pasaba desapercibida, era su carga su cruz, era su cruz sus lamentos y sus lamentos su naturaleza única y destacable.

Esa labor de resaltar con honor lo que fue esa hormiga tal fuera el funeral de un militar héroe en combate, también resalta mi autoestima,  pues, mi pasado, mis  sufrimientos,  esperanzas, esfuerzos perdidos, mis pérdidas, mis errores; pero también todas las virtudes, bondad, perseverancia, nobleza, espiritualidad y solidaridad que sobresalió en ese camino que es la vida en el que muchas veces  no se puede dividir lo bueno de lo malo en el desarrollo de lo que pensé y pensamos con buena fe que podíamos obtener, tal vez equivocados o no, lo cierto es que al igual que a la hormiga, me convierte en ser único y preciado tanto por mi presente como por mi pasado, comprendiendo que los equívocos y lágrimas  no fueron en vano, dotándome en cierta medida de características admirables en riquezas anecdóticas que pueden servir a otros que están identificándose con esta historia y personajes a sobreponerse, porque al final de las cuentas, todos somos capaces y héroes de nuestra propia vida.

Para terminar les comento que lo que sí pude constatar en ese momento en que no identificaba mi hormiga, es que no existía una hormiga sin cargar un pedazo de hojita y las seguí hasta encontrar su colonia, les tomé varias fotos y supuse que mi hormiga, esa que me acompañó en esa mañana tan fría y deprimente, lo mas seguro, lo que resulta casi en certeza,  es que inmediatamente cruzara el portón hubiera montado en hombros otra hojita para seguir con su misión sin mirar el esfuerzo perdido, las ganas puestas, la admiración que había producido, pues, ante todo era humilde, ante todo era "hormiga" que FRACASÓ PERO NUNCA IBA A SER FRACASADA, porque esta última calificación no existe sino en nuestras mentes humanas por mera ficción. Esta hormiga a pesar de que ya no la diferenciaba, me dejó en el corazón grandes consejos y consuelos.

En la vida lo fácil no es lo mejor siempre, lo más cercano y cómodo no es lo conveniente todas las veces; el camino espinoso hace al hombre fuerte; las hojas lindas y ofrecidas fácilmente pueden ser venenosas para uno y para nuestra colonia.

Pero lo más digno y valioso de ese día fue que a su terminación, al caer el sol si fue que lo hubo, los vientos injustos de la vida voltearon, tal como ocurrió con la hormiga,  y alejaron mis esperanzas, dificultándome recobrar la fe luego que me ilusionara con un logro que creía ya obtenido; sin embargo, tampoco está perdido aun, como lo hizo esa hormiga sabia, debo volver a cargar mis promesas y metas porque algún día de una forma u otra pasaré el portón y conseguiré las metas que me lleven a la libertad a la felicidad  y a la de toda mi colonia o familia.

Porque si soy leñador de mi propia vida  y pierdo la leña que traje con tanto esfuerzo del bosque selvático y aun virgen; también gané porque logré hacer un camino que no existía que me servirá para buscar fácilmente otra vez madera, madera de la buena, la que llaman los campesinos de "buena honra," la extraída del árbol de la perseverancia que es la que sirve para prender el fuego que alimentaré siempre, el fuego del amor y de la esperanza.           

martes, 29 de marzo de 2011

MI AMADA PRIMAVERA

 

Tenía como sueño irrealizable para aquel entonces disfrutar de aquellas descripciones hermosas que en los poemas se decía de la primavera. No faltaba en mis lecturas un Borges, un Neruda o un Benedetti que me trastornara cuando con sus suaves letras ensalzaban mis sentidos al percibir el anhelado y plácido aroma narrado, cual si estuviese en ese momento viviendo esa estación.

Que tristeza me costó el dañar ese dulce sueño por querer hacerlo realidad; la verdad, hubiese preferido mantenerlo como una fantasía casi de hadas que tropezar bruscamente con la primavera que conocí, esta que por culpa de nosotros, los humanos, dañamos y la cambiamos de tal modo que sólo existe a guisa de recuerdo, los comentarios e historias de viejos y adultos que aun vibraron con el devenir florecido en su estado degradado ya en agonía. De aquello no queda nada ó muy poco; pero aun queda menos de mi ingenuo sueño que por lo visto jamás se hará realidad.

A pesar de todo; como tengo por sentado aquel aforismo de que en la vida todo tiene su compensación, luego de viajar muy lejos encontré que otro sueño se me realizó ò no se si sigo soñando constantemente la felicidad que imaginé. Es tal mi confusión, que no se si dormido estoy y no quiero despertar ò sueño que estoy despierto y no quiero dormir y volver a soñar.

Dicho enredo se debe a que por vez primera conocí, como nunca lo creí, valga que existe la gracia de Dios, a la más hermosa y linda mujer que en mi vida había podido desear y no sólo eso, me enamoré perdidamente de ella y también ella de mi.

Parece mentira, aun espero con miedo que alguien me diga "despierta" estabas soñando; sin embargo, siento que ha pasado mucho el tiempo para que pueda ser una fantasía y concluyo, por tanto, que es una realidad pura y noble; es en definitiva, sin pecar por falta de modestia, el premio que nos merecemos por sentir y creer que de algún remoto mundo vendría a nuestras vidas un alma que nos amara de verdad y por fin hoy el destino y la divinidad lo ha hecho cierto y tangible.

Una mujer sensual, hermosa, inteligente, noble, de buen humor, solidaria, desesperadamente santa con los demás. Ella es mi princesa, mi mujer, mi amada, con quien por jugar logro sacarle por momentos una rabiecita. De lo que no puedo describir por caballero, créanme que es aun mejor que lo dicho, diría francamente "fenomenal".

La amo incansablemente con un sentimiento maduro, racional y verdadero hasta el final del mundo. La perdono y me perdona en discusiones pasajeras. No la entiendo ni me entiende a veces; pero vaya como nos comprendemos en el amor.

A Dios gracias por que hoy ya el sueño eterno lo compartimos tres, sí, pronto seremos tres, nacerá El Tigre, nuestro amado hijo a quien le contaré como mi sueño y el de su linda madre se nos hizo realidad para siempre, para que igualmente crea en el amor, en el perdón, en la fe y en la magia de sentir con el corazón y en la de perseverar cuando se cree perdido un sueño, porque cuando ocurre eso, cuando se esta convencido invenciblemente de esa frustración, es porque seguro llegó el momento del gran premio en el que la vida por si misma nos proporciona otro aun sin esperarlo como creíble y mejor que el esperado.

En fin hoy, puede irse y no volver jamás la primavera que era, el verano, el otoño o el invierno, es más se pueden confundir entre ellos, si quieren y les da la gana; no me importa, porque con mi amor tengo el calor y la pasión del verano, el descanso y calma del otoño, los abrazos apretados para el invierno, así como su torrencial lluvia de cariño para luego esperar la relajada y estable primavera de ensueño y amor, aquella primavera de felicidad pura en afecto que sólo se asemeja a la descrita por un Neruda, por un Borges o por un Benedetti, con la diferencia de que si yo hoy los envidio, como dije, porque la vivieron en su estado natural, tengo la seguridad de que en sus sepulturas envidiaran con todo y que fueron magníficos poetas, al inmenso amor que nunca tuvieron como el que yo le profeso a mi eterna enamorada y compañera hasta el día en que por voluntad de Dios descansemos y nos encontremos en la misma tumba.

DEL ILLO

PARA MI AMOR

miércoles, 23 de marzo de 2011

LA LLENURA DE LOS ESTÓMAGOS VACÍOS

Contar  la vida es más fácil que descifrarla, que encontrar su razón, que determinar su lógica; por ello recordar nuestras vivencias y extraer de ellas una o varias enseñanzas, sin importar que a lo mejor no resultaron luego aplicadas, nos acerca a ese utópico objetivo, es sentir que obtenemos la idea precisa de su sentido, así sea confuso o aparente, lo relevante es que se convierte en bálsamo de alivio en importantes circunstancias adversas.

No es fácil tampoco encontrar las respuestas a nuestras terribles relaciones de causalidad más allá de nuestros propios actos, que en si mismos están cruelmente maniatados a nuestra voluntad estas a su vez a la formación personal.

Pero aun más complicado es vivir el presente con el pensamiento puesto hacia el futuro y mirando hacia un pasado que nos apuntala como esperando que retrocedamos hacia él cuando erremos.

Peor que todo lo anterior es quedarse paralizados al adentrarnos en los recónditos momentos que siempre evitamos vivir, pues, precisamente es ese espacio temporal nos corresponde reconstruir un proyecto para buscar la brújula que luego nos muestre el camino.

No estamos preparados sicológicamente para adaptarnos a nuevas situaciones; sin embargo, nuestra propia naturaleza dice lo contrario y nos obliga a transformarnos para sobrevivir y perfilar las vocaciones innatas y así superar situaciones de parálisis en los que nos detenemos a reflexionar, como lo indicamos al principio, sobre qué es la vida. De esa forma, solemos buscar las respuestas en nuestro pasado y a pesar de no encontrarlas, nos motivaremos a seguir adelante sí al fin y al cabo sacamos las gran conclusión que no es necesario tener una razón coherente de la existencia material y que si pudimos mucho, podemos hacerlo nuevamente, la clave  es buscar la forma o el cómo para deslizarnos suavemente en la formación de una vida plena.

En fin, muchas veces se debe filosofar menos, tener mayor paciencia para saber pensar, actuar más y encontrar nuestras capacidades y explotarlas a largo plazo para que posteriormente filosofemos mejor en una estabilidad relativa porque sí bien  como dijo el poeta “no puede haber sensatez en los estómagos  vacíos”, si podemos recrear actos para tener sensación de llenura material y espiritual; es en definitiva, como decían mis abuelos “buscarle la comba al palo”.

EL ILLO       

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