"LA FORTALEZA DEL SER HUMANO ES CONOCER SU DEBILIDAD; SI QUIERES SER FUERTE SUPERA PRIMERO TU DEBILIDAD" "EL ILLO"

domingo, 25 de septiembre de 2011

NO QUIERO SER UN AMOR DE PRIMAVERA

Llega la primavera con su sol radiante  para alejar de los huesos el frio penetrante del invierno y el frio que me dejaste en mi alma.

La he visto en muchos años de mi vida esperándola con sueños e ilusiones que nunca se concretaron por culpa de un amor que fue profundo, pasional, lo reconozco, pero también efímero y causante de dolor. Espero de la vida lo que tal vez ella espera de mi; sin embargo, estoy atada, amordazada por las cuerdas de un destino que me secuestra en obligaciones y espantosos recuerdos.

Pienso que pude ser feliz contigo, no lo quisiste, me engañaste como se le miente a un niño; primero me adulaste, me levantaste el autoestima herido por los años, me enamoraste con palabras tiernas y cuando estaba dispuesta a todo por tí, te alejaste, te marchaste como cualquiera y con ello me derrumbaste. Luego supe de tus mentiras y oratoria para seducir a las indefensas mujeres maltratadas por la vida. Llegué a pensar en la primavera contigo en un lugar de ilusión; pero como dije, la primavera también se fue estas vez y se marchó contigo.

Suelo confundir y no distinguir un sueño con un plan real que pueda conseguir. Es que han sido tantos los desengaños que he padecido que no preciso si es una ilusión el que un hombre me hablé al corazón o sólo es una vana porfía que aun pensaba cuando era niña.

Lo cierto es que el tiempo pasa y aunque la vida no da espera, me levantó con la emoción de conocer a ese hombre que no se marché con la primavera. Lamentablemente ya no soy la misma de otros años, he perdido ciertas virtudes físicas a pesar de que sigo siendo bella. Me pregunto sí acaso Cupido no me ve, si el amor se burla de mi, si soy hija del corazón frustrado, de la desdicha hecha ilusión, del placer moribundo. ´

Sigo adelante con la ganas de construir una relación que me haga vivir de verdad sin prejuicios y me haga olvidar de este falso sobrevivir que llevo como una carga a mis espaldas por el infortunio de las malas elecciones del deseo.

Hoy recién comienza la primavera y tengo el presentimiento que llegarás, y esa premonición me hace feliz, me hace sentir a tal punto contenta que a veces prefiero vivir con la esperanza linda de conocerlo y esperarlo, que lograr mi objetivo y llevarme una decepción.

Mientras esto sucede, tú lo sabes, te llevo en mi mente, en mi corazón y hasta en mi piel; pero antes de ver que marches con la primavera una vez más, prefiero estar sola, completamente sola recordándote y olvidándote a la vez porque si bien soy desdichada con el amor, lo prefiero; en cambio tú ser especial, pero insensato, haces que el amor sea desdichado contigo y eso es desechar lo más hermoso de nuestras existencia.


Ven primavera, irradia con amor el día, hazme sentir aquellos sueños que tenía de niña. Siento el calor tenue que me alegra y recuerda que soy valiosa, humana y extremadamente amorosa, grito en silencio que estoy viva y dispuesta a disfrutar los placeres sanos que me ofrece. Con una sonrisa coqueta sin que nadie lo sepa, te espero, ya llegarás y cuando eso suceda si me dices que te iras con la primavera, haré lo imposible, subiré al cielo si es necesario y hablaré con Dios para que haga que la primavera no termine jamás.   

Del Illo
Dedicado a una mujer al que le es esquivo el amor

sábado, 24 de septiembre de 2011

DETENIDO POR MI DOCUMENTO ROSA

Cuando sali del trabajo no supe dònde tomar el medio de transporte que me llevara a casa, razòn por la que se lo preguntè a un grupo de policìas que encontrè en el camino, a lo cual uno de ellos dio vuelta y me lo explicò; pero seguidamente solicitò mi documento de identidad, el que sin ninguna demora entreguè. El policìa al ver que mi documento era color rosa inmediatamente se puso nervioso y agrupàndose con los otros comenzaron a rumorear en voz baja no se que cosas; mientras ya yo habìa identificado a ese agente que me pidiò el documento; era el agente Dodò que sòlo contestaba a su superior que sì y asentìa la cabeza en en el mismo sentido.



De què se trataba todo esto me preguntaba. Enseguida se dirigiò hacia mi un señor con zombrero o gorra militar que dijo que debìa quedarme un tiempo porque estaban averiguando mis antecedentes. Le expliquè que  recien salìa del trabajo, que era una persona de bien, a lo que èl respondiò: que no le importaba porque yo era sospechoso por tener mi documento de color rosa. La verdad no entendì; pero recordaba esa cara, finalmente supe que se trataba del Inspector Clouseau y conocièndo ese personaje como lo conocía desde niño, sabía que tendrìa problemas ya que era muy testarudo e inventaba cualquier locura para darle un positivo al comisario.



El inspector procediò a decirle al ayudante Dodó que enseguida llamara al Comisario porque habìa detenido a un complice de La Pantera Rosa. Al escuchar tal afirmaciòn me sorprendì, le expresè educadamente que mi documento era rosa por casualidad de la cubierta de protecciòn que le habìa comprado; sin embargo, nada tenìa que ver con la Pantera. El comisario respondiò que no le engañarìa porque yo llevaba el color rosa de mi sangre y origen y en todo mi ser, ademàs que me preparara porque ya llegarìa el movil. El Inspector no dejaba de regañar a Dodò y le decìa que volviera a intentar, a lo que este ùltimo medio dudoso le respondìa que SÌ estaba seguro de llemar al comisario porque tal vez yo no era complice de la Pantera Rosa. El comisario le confirmaba que sì porque yo era sospechoso, por ademàs de lo anterior, de tambièn tener un chicle rosa pegado en mis zapatos.

Estaba cansado de haber trabajado todo el dia, habìa transcurrido una hora desde que me detuvieron los  policias, quienes cada vez eran màs. Me daba un poco de vergüenza lo que sucedìa, al mismo tiempo estaba asustado y con rabia. Por casualidad pasaba por el lugar el Hombre Bajito Blanco, sì el mismo de la historieta que nunca le colocaron nombre; pero lo identificaba plenamente y gritó a los policìas que me dejaràn tranquilo, que porquè no detenìan a la Pantera o al que lo dibujò tan bajito y con bigotes le reclamaba; no obstante el Inspector no prestaba atenciòn y le respondiò que cumplìa òrdenes del superior quien le habìa ordenando que todo el que tuviera el color rosa lo detuvieran por la sospecha de su fama; agregò: que se cuidarà porque personas como yo lo podìan manchar de rosa y el señor Bajito Blanco se asustò y cambiò de opiniòn al ofrecerle disculpas y darle felicitaciones al Inspector e informò que servirìa de testigo del delito. El señor blanco bajito nunca me agradò y ahora menos con esa actitud, bien merecido tenìa las bromas que le hacìa la Pantera- pensaba.



Me sentìa muy triste y mal por lo que estaba pasando a pesar de las variadas explicaciones que les daba. Pasado un tiempo llegò un auto de la policìa y se bajò un señor elegante que me llamò a parte y comenzó a interrogarme insistentemente, amenazàndome con meterme preso por tener sangres de origen rosa. Seguidamente se reuniò con el Inspector y con el ayudante Dodò y con mucha rabia les dijo que yo no parecìa complice de la Panterà; sin embargo, ellos con miedo, ya por la embarrada que cometieron, decidieron seguirla e inventaron la hipòtesis de que era mentira lo de mi trabajo. El Comisario me pidiò que lo acompañarà a verificar los datos a mi empresa,  a lo que accedì sin ningùn problema. Llegamos y estaba por fortuna mi jefe, quien le confirmò mi dicho, por lo que no le quedò otra opciòn al Comisario que explicarme que La Pantera Rosa andaba por ese sector y que la orden era detener a todos lo de color rosa hasta excluir la posibilidad de ser complice de ella.



Yo me enfadè por la inversiòn de la presunciòn de inocencia a la presunciòn de culpabilidad, por la discriminaciòn y persecuciòn en razòn al color rosa de mi documento y al calificar de sospechoso a todos lo de mi origen y le exclamè que mi decencia era mayor que su arbitariedad, que su operativo no lograba impactar en la sociedad, la que sabe que es pura apariencia lo que hacen con el màs dèbil porque saben perfectamente donde està La Pantera Rosa. Les ofrecì mi mano al ayudante Dodò porque cumplìa ordenes, El inspector se habìa ido de la verguenza. Me entregaron el documento de identidad, caminè hacia mi trabajo para hablar con mi jefe dejando al Comisario detràs con la sensaciòn de haber estado en frente de una persona que no engañó, como tampoco a la sociedad ni a el mismo, tuvo que haber sentido verguenza. Cuando estaba a punto de ingresar a mi trabajo di vuelta y me di cuenta que la Pantera Rosa estaba observàndome con una sonrisa, mientras los agentes de la policìa se hicieron que no la veìan y el Comisario ingresò a su auto arrancando raudamente. En ese momento comprendì la situaciòn que vivimos los de documentos rosas en lugares de mentiras en el que servimos como chivos espiatorios para desviar la atenciòn de los verdaderos problemas.



Esta no es una historia màs de la Pantera Rosa, esta es reflejo de la situaciòn que vivimos todos los migrantes del mundo.










domingo, 18 de septiembre de 2011

UN SEÑOR ME QUIERE HACER DAÑO EN EL TREN


Siento una extraña sensación de que alguien me sigue cuando voy trabajar; sin embargo, no presto atención a aquello que tal vez es sólo producto de la imaginación, razón por lo que sigo caminado hacia mi labores diarias. Tomo el boleto del tren y espero su llegada.

Mientras el tren llega pienso que a veces este ambiente europeo suele ser cerrado para la expresividad de lo sentimientos sociales, a tal punto, que desde que parto de mi casa hasta que llego al trabajo me conduzco por pura señas elementales. No existe los buenos días ni el grito de “adiós vecino”. Por lo mismo el silencio es más profundo, la conciencia da gritos de culpa, los recuerdos lloran, la nostalgia se regocija con su melancolía, la memoria se fija, los ojos se hipnotizan con cualquier objeto tal fuera un bebe con los colores y de esta forma el viaje se hace lento y a veces cuando tomo el tren vacío se puede tornar cruel e histórico. El movimiento del ferrocarril y el paso de las estaciones causan un estado de regresión que llega hasta adormecerme antes de llegar a saber de dónde vine y quién era.

Cuando por fin llegó el tren me apresuro a apoderarme de una silla, lo cual es un logro después del tsunami de personas que se abalanza hacia ese mismo objetivo. Con el tiempo te insensibilizan y te insensibilizas, poco te importan las mujeres jóvenes de pie, quienes en estos tiempos le parece un acto de seducción el que le cedas el puesto. Por fortuna los viejos y mujeres embarazadas lo aceptan, salvo el día que me levanté para seguir las normas de urbanidad de Carreño en favor de una anciana y ésta con un tono suave pero firme, me contestó que agradecía el gesto no obstante lo rechazaba porque le costaba más trabajo levantarse que sentarse. La verdad que era lógica su deducción, pues, prácticamente ingresó al tren por partes, con un brazo se tomó una pierna y la subió y luego hizo lo mismo con la otra, después con gran esfuerzo logró equilibrarse, no me imaginaba cómo iba a hacer para salir del tumulto de personas.

Bueno siguiendo con la narración de ese día, una vez tomé el asiento y vi la multiplicidad de caras de todas las formas y estilos sentí nuevamente que alguien me estaba observando, es más, siempre lo había percibido; pero esta vez estaba dispuesto a ubicar a ese imprudente antes que llegara a la estación de mi destino para decirle sus cuatro verdades en la cara y echarle hasta el gas pimienta que guardo como defensa personal en mi bolsillo que, entre otras cosas, ya no se si todavía sirve.

Que sorpresa tuve al notar que ese imprudente estaba al frente mirándome fijamente sin ningún temor y, lo peor fue, que se acerco aprovechando que se había levantado el pasajero que iba a mi lado y justo se sentó en el mismo puesto. No lo conocía, estaba vestido  de negro y elegantemente, llevaba un sombrero europeo de principios de siglo XX que sólo había visto en la película del Titanic. Con una voz tenue y de hablar rápido,  antes que le dijera algo me comenzó a reprochar y a señalar con el dedo cuestionándome todos mis errores, recordándome todos los sufrimientos padecidos a causa de mis imprudencias o inmadurez, atizando con dolor en aquellas personas que amo y no puedo ver. La verdad no mentía; pero me estaba hiriendo mucho y no tenía derecho para hacerlo- pensé-. Quién era para reclamarme me preguntaba, trataba de no hacerle caso ignorándolo; sin embargo, tenía algo que generaba que le prestara atención y era su agudo argumento para hacerme sentir culpa.

Trataba de justificarme en vano porque todo lo refutaba con gran acierto y convicción; por último le manifesté que lo que importaba era que no lo volvería hacer, lo que no le bastaba, porque me repetía que aun debía seguir asumiendo los costos de mis equívocos. Al fin me cansé y le pregunté qué sí acaso el no se había equivocado? y me respondió con seguridad que no, que el no se equivoca, que el había nacido para reprochar sin errar.

Cada vez veía los episodios de mi vida contados por ese personaje casi al ritmo del tren y cada vez que pasaba una estación las cambiaba en un tono acusador. No pude más y le inquirí firmemente que me  dijera quién carajos era y porqué me seguía a todas partes, a lo que éste tomándome por el cuello me respondió que era un amigo del que yo pretendía abandonar muy fácil y rápidamente sin pagarle todo lo que le debía. Del apretón en la garganta casi lloro y miraba a los lados en busca de ayuda; pero nadie parecía ver lo que me estaba pasando. Saqué fuerzas donde no las tenía y le reiteré que yo no le debía absolutamente nada, que me dejará en paz, que me estaba haciendo daño.

Ese personaje me soltó del cuello y con toda firmeza me dijo que yo le debía la vida, que era todo lo que yo necesitaba y que debía seguirle por siempre, que yo debería actuar de acuerdo a sus ejemplos y que no me permitiría jamás que lo abandonare. Para mi estaba orate completamente y no estaba dispuesto a soportarle sus pretensiones, no obstante que sus dichos fueran ciertos y me generaran culpa, razón por la cual le expresé que no lo recordaba y le interrogué con ironía que -si yo repetía sus ejemplos como el dice- porqué me había equivocado en lo que ahora me reprocha.

El guardo silencio y comenzó a llorar, entre lágrimas me decía que yo era todo para él, sus alegrías y tristezas y que si yo recordaba bien también él lo era para mí. No sabía de que me hablaba, me daba tristeza verlo así, quise darle un abrazo y en ese momento noté como simulaba que lloraba, lo sorprendí queriéndome manipular, lo que me generó tanta rabia que le pegué una bofetada y le grité que jamás lo seguiría porque parecía un loco obsesivo que me hacía daño.

Observé que ya venía mi estación de destino, me solté de su brazo; pero se me abalanzó casi a los pies y me sostuvo con fuerzas y no me permitía caminar mientras los otros pasajeros comenzaba a prepararse para salir por la puerta principal. En ese momento no tenía otra opción que patearlo en la cara, lo cual hice al tiempo que le dije que no lo seguiría en sus malos ejemplo y que si tenía algo bueno lo tomaría cuando lo conociera, mientras que no me siguiera.

Con el rostro adolorido y sangrando me dijo que nunca podía olvidarme y que iba a estar en el tren siempre que yo lo tomara reclamándome lo mismo hasta que yo lo aceptara. Pensé por un momento que era un psicópata; sin embargo, concluí rápidamente que era inofensivo si yo no le permitía dañarme y que podía ser lo contrario si yo se lo concedía; como últimas palabras le señalé que si era cierto que iba a estar en ese tren todos los días a mi lado, más le valdría no reprocharme lo que yo había superado con dolor. Pensaba que si era para apoyarme,  ya que supuestamente me conocía, lo escucharía con agrado en un futuro.

El sonriendo, con la boca sangrando por el golpe que le propiné, me contestó que no podía hablar de lo que yo quería escuchar y que por más que quisiera no podía dividir lo bueno de lo malo y que siempre me reprocharía, que era yo el que debía asumir una aptitud diferente y valiente frente a ello.
Luego procedió a tirarme un papel doblado que en el momento no pude leer porque casi se cerraba la puerta del tren.

Una vez en la estación y antes de leerlo, pregunté a varios personas sí habían visto al extraño señor; pero todos me contestaron que no y que yo siempre fui solo en ese tren porque a mi lado nunca hubo nadie sentado.

Sorprendido destapé el pedazo de papel y  leí una frase que decía “Yo soy tu pasado, no me olvides, aprende de mí y aborréceme al mismo tiempo, pero sin alejarte porque no podrás”.

A partir de ese día supe que mi pasado me seguía y que todos los días que tomara el tren lo vería sentando a mi lado preparando su discurso; pero decidí que sólo lo dejaría hablar cuando yo quisiera y sin que lo impidiera invite a que me siguieran también dos señores que son más convincentes que él:  el señor presente y el señor futuro que con el positivismo que hablan hacen que el pasado se sienta solo  y desactualizado.

A pesar que no puedo negar que el pasado aun fastidia mis oídos y mi mente, también es cierto que se va volviendo viejo y cada vez se baja solo en una estación más cercana y me acompaña menos en mi trayecto. Como novedad el presente y el futuro cobran mas importancia en mi vida y me motivan a seguir adelante haciendo las cosas bien.

Ahora, entendiendo quién era ese personaje pueden entender ustedes  el diálogo que tuve con él en el tren, el porqué de sus respuestas y las mías.
El illo   

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