No te liberé de tu injusta suerte, de tu condena a muerte, de tu cárcel perpetua; fue aquel ser supremo quien también por vía de esta mano así lo quiso cuando al derrumbar la pared de vetustez prolongada, por golpe del pesado martillo, dio con la suerte que salieras de uno de los huecos ladrillos que estaban sellados con cemento.
Saliste como una loca asustando a todos con tu aspecto horrible, negro, gigante y amenazante - Igual de despavoridos corrieron quienes te vieron, sin que pudieran matarte; hoy surge el arrepentimiento porque tal vez podrías picar cuando alguién se descuide.
Muchas preguntas no se pueden responder: ¿porqué quien te hizo presa hoy por vía de esta mano te libera?, ¿para asustar o enseñarme algo? ¿cómo pudiste vivir tanto tiempo sin agua y sin comida encerrada dentro de un ladrillo hueco de una pared abandonada? ¿quién te quiere con ese físico espantoso?.
Que la condena que sufriste haya sido injusta, no lo se certeramente; pero no equivocaría al decir que influyó mucho tu fealdad. Ahora contemplas todo desde arriba escondida como retrucando lo que pienso, como diciendo que para ti yo soy el monstruo, que personas descuidadas te encerraron sin preguntarte antes sí querías salir de tu escondite; además siento que expresas que caras temibles llenan los barrios pobres y, sin embargo, muchos son de corazón noble y honesto a los que sin delito no habría que encerrar injustamente.
Puede ser cierto lo que piensas insensata animal; pero me das miedo y asco al mismo tiempo, es un algo casi natural que no lo puedo evitar; en cuanto a la gente que deambula marginada en las calles con características perturbadoras considero que he de reflexionar y que puedes tener la razón por recordarme que el verdadero monstruo soy yo, el peligroso y temible soy yo; por eso te perdono la vida; pero con una condición: Vete para siempre que no te vea jamás, no te atrevas a volver porque te asesinaré con sevicia, ese es mi instinto y aun no lo he cambiado, salva tu vida por favor. Me voy para darte tiempo.
-Adiós, gracias no debo darte por permitirme una vida que no es tuya, es más, ya no te veo y me contento, me voy en paz de no escuchar tu bárbara habladuría, tu charlatanería. Sólo espero que la vida no me convierta en un ser humano y siga siendo una araña fea y detestable.
De este modo la araña se fue y no ha vuelto. Se ha buscado en todos los orificios de la casa; pero sólo se encontró un ajado papel en que se escribió el diálogo narrado, ¿quién fue su autor? acaso aquel albañil amargado? ¿el propietario de la casa? o ¿la temible araña?. No lo sabremos; sin embargo, no es irracional pensar que sólo los humillados escriben a la vida porque el tirano y soberbio siempre es sólo testigo de su arbitrariedad esperando con arrogancia suprema que otros narren la historia a su acomodo. Que viva la araña por mucho tiempo.
Esta historia con sus telaarañas esconde el verdadero misterio de la vida de desigualdad e injusticia; pero también el de la perseverancia de los oprimidos.
