Es de señalar que el presente estudio es fruto de escritos de otros autores, que por lo integral del tema, agregarle una letra sería innecesario.
La costumbre de drogarse no es
nueva. Históricamente, el hombre siempre ha consumido sustancias que alteran el
funcionamiento normal del sistema nervioso central. El alcohol y los opiáceos
fueron los primeros psicoativos empleados con esta finalidad ya alrededor de
año 5.000 a.C. Se estima que el cáñamo (cannabis sativa) se cultiva en China
desde hace 4.000 años. En América, el imperio incaico (andino) sacaba tres
cosechas anuales de hoja de coca (erythroxilum coca lam) las cuales se
utilizaban como analgésico y energizante de uso diario, especialmente, en
virtud de la fatiga producida por la altura. En la sociedad Azteca, igualmente
se empleaba la ingestión del hongo llamado teonanacati y el consumo de peyote
con fines religiosos.
Con fines mágico-religiosos, para
huir de la realidad, para hacer frente a los problemas o por la incapacidad
para ello, por simple placer o con fines médicos el hombre ha hecho uso de
plantas y productos químicos hoy incluidos en el concepto de drogas. Han sido muchas las sustancias
psicoactivas empleadas, pero las más difundidas son la cafeína, el tabaco, el
alcohol, el cannabis, la cocaína y los opiáceos. Probablemente, el alcohol sea
el más antiguo de todos. Las pesquisas históricas no son concluyentes, pero
indican que la fermentación de algún fruto o de la miel es el origen remoto del
primer psicoactivo.
Los opiáceos también poseen una
larga historia. El opio, jugo de un tipo de amapola, es una de las drogas más
versátiles conocidas. Gracias a su ingrediente activo, la morfina (nombre que deviene del Dios Morfeo), el opio
adormece el dolor, produce júbilo, induce el sueño y reduce las aflicciones.
La planta de la amapola, conocida
como adormidera, siempre fue utilizada como alimento, forraje y aceite, pero
hay registros históricos de que sus funciones psicotrópicas ya eran conocidas
en 3.000 a.C. Del Oriente Medio, donde era muy
empleado por la medicina, se extendió hacia India y, después, en el siglo IX,
hasta China. En Europa occidental el opio adquirió importancia terapéutica en
el siglo XVI, después de los viajes del médico y alquimista suizo Paracelso,
que difundió el uso de la “piedra de la inmortalidad” para diversos fines en
forma de láudano o tintura. En China era inicialmente
consumido oralmente y como medicina. Después, en el siglo XVII, se hizo popular
en aquel país el consumo de opio fumado.
El consumo se incrementó de forma alarmante y la producción interna no era ya
suficiente. Se estima que en el siglo XIX eran 16,2 millones los chinos adictos
al opio fumado (6% de la población adulta).
El comercio de opio generó dos guerras sucesivas
(1839-1842 y 1856-1858), entre Inglaterra y China, culminando con la derrota
china y la obtención de una serie de privilegios por parte de Inglaterra, como
la completa legalización del comercio de opio indio
y la pérdida de la administración de Hong Kong.
Hasta finales del siglo XIX el
consumo de opiáceos no constituyó un verdadero problema sanitario en Occidente.
Sólo con la popularización de la cultura de consumir opio recreativamente y con
el rápido incremento de los casos de adicción, sonó la alarma social para este
problema.
La morfina, en honor al dios del
sueño Morfeo, fue aislada del opio a principios del siglo XIX por el alemán
Fiedrich William Sertüner y pasó a sustituir (junto con la codeína) al opio en
los tratamientos médicos,
especialmente después que se introdujera la inyección hipodérmica como
procedimiento terapéutico, en 1855.
Posteriormente, en 1874, fue creado el primer opiáceo semisintético, la
diacetilmorfina, también conocida como heroína. Unos años más tarde fue
comercializada por Bayer como sustancia antitusígena y como sustituto del opio
y de la morfina en los tratamientos de deshabituación. La heroína alcanzó gran
éxito comercial en todos los continentes, por su alto efecto antiálgico y
estimulante. Sólo muchos años después dejó de ser comercializada para este fin.
La heroína empezó a popularizarse como droga recreativa en Estados Unidos y en
Inglaterra primero y, después, en casi todo el mundo, generando algunas olas de
comportamiento heroinómano, que culminaron con la muerte de por lo menos una
generación de adictos de heroína inyectable (yonquis). Después de los 70 se ha
convertido en el símbolo por excelencia de los efectos perniciosos de las
drogas.
El uso y el consumo de los derivados
cannabicos también es muy antiguo. Originario del Asia Central, la planta
cannabis pudo haber sido cultivada desde hace 10.000 años. Registros
arqueológicos permiten constatar que el cannabis ya era empleado como fuente de
fibras textiles (el cáñamo), en el 4.000 a.C. Posteriormente, fue muy utilizado
para hacer alpargatas, cuerdas, sacos, ropas y velas de barcos.
Sus propiedades alucinógenas fueron descubiertas por primera vez en el Oriente.
Algunos escritos chinos que se remontan al año 3.000 a.C. ya indicaban que “el
cáñamo tomado en exceso hace ver monstruos, pero si se usa largo tiempo puede
comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo”.
En Europa medieval su uso por las
hechiceras estaba muy difundido y, tiempo después, los médicos pasaron a
adoptarla como remedio. Hildegard von Binger (1150) recomendaba en Alemania el
cáñamo para problemas de estómago y para heridas. Afirmaba que “quien tenga una
mente confusa y sufra dolores de cabeza puede comerlo y éstos disminuirán” y
alertaba que “para las personas de mente débil será perjudicial abandonarse al
cáñamo”.
Durante todo el siglo XIX fue empleada con fines recreativos y médicos, hasta
que su utilidad terapéutica se vio reducida por su instabilidad farmacológica y
por el surgimiento de nuevas medicinas más eficaces. El problema del abuso del
cannabis siempre estuvo restringido a determinados y pequeños grupos, hasta que
en los años 60 del siglo pasado, la cultura hippie y de las músicas rock y
reggae extendieron su uso recreativo a todos los niveles y capas sociales,
cuando pasó a ser asociado a la rebeldía de la juventud.
En la actualidad los cannabinóides
son consumidos en gran escala en occidente en tres principales presentaciones
distintas, la marihuana, el hachís y el aceite de hachís. La primera se
presenta como hojas y flores secas de la planta y su concentración de THC varia
de 0,5 a 5%. Hay sin embargo algunas modalidades de plantas modificadas
genéticamente que ya presentan concentración de THC entre 7 y 34%. El hachís,
por su parte, se obtiene de la resina extraída de las plantas y flores
desecadas. Su concentración en los procesos actuales de fabricación varía de 10
a 20%. Por último, el aceite de hachís se obtiene de la destilación de la
planta por solventes orgánicos y su concentración de THC varia de 15 a 50%,
pero hay muestras que llegan a presentar 85% de THC.
El uso de la coca como estimulante
en América es tan antiguo como el uso del alcohol, del opio y del cannabis en
el viejo continente y Asia. Se estima que las hojas de coca ya eran mascadas en
la región andina desde aproximadamente 5.000 a.C.
La planta de la coca (Erythroxilum
coca) crecía al principio de manera silvestre pero empezó a ser cultivada, en
el siglo X a.C., por los indios Chibcha de Colombia, que después la difundieron
hacía el sur. En la cultura Inca era usada como planta sagrada en rituales,
para hacer regalos especiales o como medicamento.
Como poderoso estimulante que era, la hoja de coca era mascada por los
trabajadores para mitigar los efectos derivados de la altitud, el hambre y la
fatiga. También la empleaban como medicina para las molestias gastrointestinales,
los catarros y las contusiones.
Antes de las grandes navegaciones del siglo XVI la coca no era conocida en
otros lugares del mundo. Cuando llegaron los españoles, se sorprendieron con
los efectos de las hojas mascadas por los obreros. En un primer momento, por
motivos religiosos, intentaron prohibirla pero después la utilizaron como
estimulante en la explotación de las minas de platas.
Hasta 1859, cuando Albert Niemann
aisló la cocaína de la hoja de coca, el consumo no era notable fuera de
América, pues el complicado transporte de las hojas generaba la pérdida de los
principios activos. Con la mejora del embalaje del producto y con el
aislamiento de su principio activo, la cocaína empezó a ganar espacio entre los
consumidores europeos. Los laboratorios (Merck y Parke Davis) aislaban la
cocaína en América y transportaban el producto en bruto. En 1863, un
farmacéutico francés, Angelo Mariani, creó un preparado de extracto de coca y
vino (Vino Mariano) que tuvo gran éxito comercial como bebida tonificante.
pronto se convirtió en el favorito de muchas celebridades de la época: William
McKinley, Émile Zola, Paul Verlaine, Sigmund Freud, Louis Blériot, José Martí,
Ulises Grant, Jules Verne, Thomas A. Edison, Alexandre Dumas, Louis y Auguste
Lumière, Henrik Ibsen, Sarah Bernhardt, Robert L. Stevenson, Anatole France,
Zadoc Khan, Jean Charcot, el Príncipe de Gales, la reina Victoria, el zar
Alejandro II, Alfonso XIII, el Sha de Persia, etcétera.
El papa León XIII
(1810-1903) resultó ser finalmente uno de sus principales valedores, ya que, en
agradecimiento al tónico, llegó a prestar su efigie para la etiqueta y concedió
una medalla de oro al inventor, en reconocimiento a la capacidad de esa bebida
para "apoyar el ascético retiro de Su Santidad".
El popular actor cómico y cantante francés
Jean-François Berthelier (1830-1888) fue otro de los personajes de la época que
avaló el Vin Mariani —cuyo
contenido en cocaína venía a ser el equivalente a 6 gramos por onza—
y el pintor también francés Jules Chéret (1836-1932) realizó en
1894 un vistoso cartel publicitario promocionando su consumo
Una imitación del vino Mariano,
creada por el americano John Styth Pemberton, resultó en la mismísima
Coca-cola. Su fórmula original contenía vino, cocaína y cola (una nuez africana
que contiene cafeína). Con el pasar del tiempo, fue extraído el vino, después
la cocaína y, en la actualidad, la cola ha sido sustituida por cafeína
sintética. Se puede, incluso, comprar la bebida sin cafeína y sin azúcar2.
El uso médico de la cocaína tuvo un
gran desarrollo a finales del siglo XIX. Paolo Mantegazza escribió un tratado
sobre la coca, describiendo sobre todo sus efectos estimulantes y euforizantes,
aconsejándola para el tratamiento de las enfermedades nerviosas.
Muchos experimentos fueron realizados y Sigmund Freud fue unos de los
entusiastas de su aplicación para combatir la debilidad nerviosa, la
indigestión, la malnutrición, la impotencia, el asma, el alcoholismo y la
adicción a la morfina. En su artículo “Uber Coca” (1884) afirmaba que la
cocaína era eficaz en el tratamiento de la adicción a la morfina y que no
generaba ningún otro problema. Algunos años después intentó, sin éxito,
justificar sus errores en lo relativo a este tema.
Después de que las fábricas alemanas y holandesas aumentaran la oferta del
producto, su precio descendió de 280 dólares por onza (28,7 gramos) en 1885 a 3
dólares en 1914, lo que favoreció una epidemia de adicción desde Estados Unidos
hasta India.
En esas fechas varias normas restringieron y prohibieron la comercialización
libre del producto.
A partir de los 70 del siglo pasado,
Colombia y Bolivia volvieron a dominar el comercio mundial de cocaína, con
exportaciones en gran escala a Europa occidental y, principalmente, a Estados
Unidos, generando una epidemia de consumo nunca vista anteriormente. En algunos
países se crearon peligrosas mezclas de la pasta base de la cocaína con
productos químicos (crack, basuco, base libre y merla), todas ellas con elevado
contenido tóxico y bajo coste económico.
Hoy la adicción a la cocaína sigue
siendo la más preocupante en los países occidentales, con miles de millones en
inversiones destinadas al tratamiento de desintoxicación y a la prevención al
consumo.En cuanto al tabaco, a pesar de que algunos hayan afirmado que ya
estaba presente en las antiguas organizaciones del oriente, su origen más
conocido es el americano. Se acepta que la primera cultura en utilizar las
hojas de tabaco para fumarlas fue la maya, desde 2.000 a.C.Cuando los
conquistadores españoles llegaron al nuevo mundo en 1492, liderados por Colón,
encontraron en la Isla de Haití (que se denominaba Tabago) un indígena que se
dedicaba a “chupar con deleite el humo producido por unas hojas arrolladas en
forma de cilindros y encendida por uno de sus extremos”.Sus
posibles virtudes terapéuticas, llevaron a los conquistadores de la América
hispánica a trasladar las semillas para su cultivo al viejo continente a
principios del siglo XVI. Los españoles también llevaron su cultivo hacia
Prusia y Filipinas (de donde se desplazó hacia China) y los portugueses la
diseminaron por Italia, África, Java, India, Japón e Irán.
A pesar de algunas medidas
restrictivas en algunos países, su uso se extendió rápidamente, especialmente
en Europa. Después, los gobiernos cambiaron su actitud prohibicionista por
medidas de control y tasación.Con
la invención de la máquina de liar cigarrillos, en 1855, el consumo de tabaco
creció de forma alarmante y la industrialización llevó a las empresas
tabaqueras a detentar un enorme poder comercial, especialmente en Estados
Unidos, Europa, Turquía y China.
Actualmente se tiene plena conciencia de los muchísimos problemas de salud
generados por el consumo de tabaco, lo que ha llevado a la Organización Mundial
de Salud (OMS) a definir el tabaquismo como la principal causa evitable de
muerte precoz. Aún así, las nuevas generaciones se mantienen adictas a las
costumbres de consumo. Como la nicotina es una de las sustancias que más
adicción genera, sigue teniendo muchos adeptos. La
cafeína, la droga más consumida en el mundo, es la más reciente entre las seis
drogas analizadas históricamente. Aunque la planta ya existía hace miles de
años en Etiopía, su difusión como estimulante empezó en Arabia en el siglo X de
nuestra era.
La planta del café es originaria de
Etiopía y cuenta la leyenda que un monje al observar como se quedaban agitados
los animales después de comer sus frutos, decidió probarlos.
Fue en el siglo XVIII cuando el consumo de café eclosionó en Europa y las
colonias pasaron a ser los centros de producción para abastecer al viejo mundo,
llegando a producir el 70% de la producción mundial. También se popularizó
empezar el día con un café au lait.
Además del café, la cafeína también esta presente en otros dos alimentos muy
consumidos por la población mundial: el té y el chocolate.
Aunque hay muchas otras sustancias
psicotrópicas consumidas, merecen destacarse los alucinógenos y las
anfetaminas, debido a la importancia actual de su consumo mundial.
El uso de solanáceas alucinógenas,
como el beleño, la belladona, las daturas y la mandrágora, se remonta a viejos
testimonios del medio y extremo oriente. En Europa, estaban ligadas
tradicionalmente con la brujería, siendo empleadas en contextos ceremoniales y
terapéuticos. A ellas se atribuyan fenómenos de levitación, telepatía y
fantásticas proezas físicas. En Eurasia era muy abundante la amanita muscaria,
un hongo psicoativo empleado por los chamanes de Siberia en sus rituales.
En América, las antiguas
civilizaciones indígenas también tenían la costumbre de utilizar las plantas
alucinógenas en sus ceremonias. A partir del siglo X, a.C. hay piedras-hongo
entre los monumentos de la cultura de Izapa, en la actual Guatemala. En la
región de Perú también se encontraron pipas de cerámica del siglo IV a.C. con
una figura del peyote, un cactus alucinógeno que contiene mescalina.
En nuestros días, el alucinógeno
blando más consumido sigue siendo el cannabis, pero ningún otro tuvo tanta
importancia en el movimiento de la contracultura de los sesenta del siglo
pasado como el ácido lisérgico, que es el nombre con el cual se denomina el
núcleo común de todos los alcaloides presentes en el cornezuelo de centeno o
Claviceps purpurea.
El LSD 25 fue descubierto
accidentalmente por el químico suizo Albert Hoffman en el año 1938 cuando
trataba de encontrar una sustancia análoga a un estimulante del sistema
circulatorio.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, la casa Sandoz se dedicó a
difundir el descubrimiento, bajo el nombre comercial de Delycid. Era empleado
experimentalmente para facilitar la psicoterapia y para combatir algún
trastorno como el alcoholismo crónico, anomalías sexuales, etc, Después cuando
se comprobó que los efectos producidos eran imprevisibles, terminó
prohibiéndose.
El uso ilegal de esta droga se
generalizó a partir de los años 60-70 asociado a la llamada
"contracultura" siendo utilizado por universitarios, intelectuales,
artistas y músicos en busca de otros estados de conciencia.En la actualidad,
siguen siendo utilizados el LSD, los hongos mágicos, la mezcalina, el peyote,
pero están de moda otros alucinógenos de origen sintético, como el DOM, DOET,
DOB, TMA, MDE, MBDB, TMT, MDA y el MDMA. En general tienen un efecto
estimulante y alucinógeno y están vinculados a determinados grupos urbanos,
como el movimiento new age y el rave. En
España están asociados a la ruta del bacalao.
Las drogas sintéticas o de diseño
son el nuevo desafío para las autoridades de represión del mercado de drogas,
pues en general son de fácil fabricación y circulación, lo que favorece su
difusión ilegal. Además, están desvinculadas de rituales religiosos como
ocurría en la antigüedad con los alucinógenos naturales.
Las anfetaminas, al contrario que
los alucinógenos, son relativamente nuevas. Son estimulantes que aumentan los
niveles de actividad motriz y cognitiva, refuerzan la vigilia, el estado de
alerta y la atención y, a menudo, tienen potencial euforizante.La anfetamina es
un derivado químico de la efedrina, sintetizado por primera vez en 1887 por el
químico rumano L. Edeleano, quien llamó al compuesto fenilisopropilamina. El
uso médico experimental de las anfetaminas comenzó en los años 1920. La droga
sería utilizada desde entonces por los militares de varias naciones,
especialmente de la fuerza aérea, para combatir la fatiga e incrementar la
alerta entre las milicias.
La Segunda Guerra Mundial propició
su administración a los soldados de forma masiva, con el objetivo de combatir
la fatiga y mantenerlos alertas. Casi todos los ejércitos las utilizaron. Para
que se tenga una idea, el ejército estadounidense distribuyó más de 180
millones de pastillas a sus combatientes.
La anfetamina también ha sido utilizada como agente para mejorar el
rendimiento, tanto físico (inaugurando el dóping deportivo), como intelectual
(dóping cognitivo). La dispensación indiscriminada del producto, unida al
desconocimiento público respecto de sus peligros potenciales y a la ausencia de
un sistema idóneo de farmacovigilancia, desencadenó fenómenos de abuso y
adicción. En 1971, la anfetamina fue sometida a control internacional en el
marco de la Convención Internacional de Psicotrópicos.
Otra sustancia del mismo grupo es la
metanfetamina (MDMA), también conocida como éxtasis. La metanfetamina es conocida
por su reputación de estimulante adictivo. Como la anfetamina, esta droga
incrementa la actividad, reduce el apetito y produce una sensación general de
bienestar. El MDMA, tiene a sus espaldas un largo recorrido. En 1914 fue
patentado en Alemania por los laboratorios Merck como supresor del apetito y en
1919 fue sintetizada en Japón, donde era utilizada para el asma. Sin embargo,
sólo comenzó a comercializarse en 1938, con el nombre de Methedrina. Su uso
medicinal nunca fue difundido, debido a los problemas colaterales generados por
su consumo. Quedó relegado a fines experimentales en interrogatorios y
psicoterapias.
También tuvo un rol relevante en el campo militar, para aumentar el rendimiento
de las tropas. Fue utilizada por combatientes de la guerra civil española y,
luego, de forma muy generalizada, en la segunda guerra mundial. En Japón, se le
ha atribuido la conducta temeraria de los kamikazes. Formaba parte del
equipamiento de la infantería alemana de las Blitzkriegs, e integraba el
uniforme de la Luftwaffe: en caso de sobrevivir a un accidente, el piloto
podría subsistir unos 4 días prescindiendo de alimentos y descanso; sólo debía
procurarse agua para evitar la deshidratación. En Inglaterra, fue entregada
durante la guerra al ejército de Montgomery y a la fuerza aérea.
Los primeros consumos ilegales se
detectaron durante los años 60 y 70 en el oeste de EE.UU., lo que propició su
prohibición en 1985 en aquel país y posteriormente en los demás.
Actualmente, se fabrica en laboratorios clandestinos usando procedimientos
sencillos e ingredientes relativamente baratos, generalmente de fácil acceso.
Estos factores se combinan para hacer de la metanfetamina una droga de gran
circulación, cuyo abuso está muy extendido en Europa y Estados Unidos. La
metanfetamina callejera también se conoce, incluso en países de habla hispana,
como speed, meth o crank. La forma fumada de la droga suele llamarse ice, cristal
o glass.
En este pequeño resumen de la
difusión del consumo de las drogas se observa que son muchas las sustancias
utilizadas y que también son grandes los problemas generados por el consumo
masivo y abusivo.
La cruzada mundial contra las drogas
El consumo de drogas, aunque tuviera
en sus comienzos una finalidad mágico-religiosa o médica, siempre fue observado
como un fenómeno que podría convertirse en algo problemático si la sustancia
era consumida con otros fines o de forma inadecuada.En Egipto fue encontrado un
papiro, datado de 2000 a.C., que decía “Yo, tu superior, te prohíbo acudir a
tabernas. Estás degradado como las bestias”. En otro papiro un padre advierte a
su hijo: “Me dicen que abandonas el estudio, que vagas de calleja en calleja.
La cerveza es la perdición de tu alma.”
En la edad antigua en Europa, el
empleo de sustancias curativas era considerado una afrenta a los poderes de
Dios y la medicina no tenia el desarrollo suficiente para permitirse la
experiencia con nuevos tratamientos. No era sin razón que la expectativa de
vida no pasaba de los cuarenta.
En el Oriente próximo, alrededor del
siglo VIII, Mahoma determinó azotar a un borracho por incumplir sus deberes,
generando la prohibición futura del consumo de alcohol en todo el mundo
islámico, pues su cuñado Alí forjó, después de su muerte, la sentencia de que:
“El que bebe se emborracha, el que se emborracha hace disparates, el que hace
disparates forja mentiras, y a quien forja mentiras debe aplicársele la pena”.
El Papa Inocencio VIII prohibió el uso de cannabis a los curadores en el año
1484, imponiendo que era un sacramento impío de rituales satánicos.El
tabaco también tuvo sus momentos de prohibición absoluta. En Inglaterra, por
ejemplo, fue prohibido en 1604 por el Rey Jacobo I, que lo definía como
“espectáculo abominable para la vista, ofensa odiosa para le olfato, costumbre
dañina para el cerebro y peligros para los pulmones”.La
situación del consumo de alcohol comenzó a considerarse alarmante por parte de
los médicos a finales del siglo XVIII, debido a un cambio en las pautas de
conducta hacia la bebida, de los sectores más populares de la población
asociado al proceso de industrialización que surgía en Europa. El impacto
negativo que el ambiente de las tabernas y el consumo abusivo de bebidas
alcohólicas tuvo sobre las familias obreras y sobre la salud – asociaban
elementos tan negativos como enfermedad, ruina, agresividad o delito – pronto
convirtió a la taberna en escenario prototípico del vicio y la perversión de
las costumbres.
El opio y sus derivados (morfina y
heroína), así como la cocaína también pasaron a ser vistos como un problema de
salud pública a finales del siglo XIX, cuando sus efectos dañinos ya eran de
conocimiento general.
Como se observa, las primeras
críticas y prohibiciones tenían carácter religioso o moral. Sólo después
surgieron algunas normas punitivas relativas a las drogas basadas en criterios
médicos.
Con el abuso indiscriminado de las
drogas para fines hedonistas a fines del siglo XIX, y debido a sus negativas
consecuencias, se inició a nivel mundial una persecución más intensa al nuevo
fenómeno. Según Escohotado la movilización internacional prohibicionista ganó fuerza
en Estados Unidos también a principios del siglo pasado. Preocupado por el gran
número de adictos a las preparaciones opiáceas y a la morfina, el Congreso
americano creó un Comité para estudiar el problema. Sus conclusiones llevaran a
los sectores conservadores y moralistas a encabezar una legislación represiva
respecto al tema.
A principios del siglo XX (1909),
Estados Unidos organizó en Shangai una reunión internacional sobre el comercio
de opio, con la finalidad de regular y dominar el mercado mundial de la
sustancia. Sin embargo, las recomendaciones más importantes sólo pedían que
“los gobiernos tomasen medidas para la gradual supresión del opio fumado” y que
“las naciones no exportaran opio a naciones cuyas leyes prohibieran la
importación”.
Entre 1911 y 1914 sucesivas
Conferencias de La Haya,
llevaron a 44 países a firmar el compromiso de “esforzarse” por controlar el
tráfico interno de heroína y cocaína. Posteriormente, terminada la primera
guerra mundial, se incorporó el Convenio de La Haya en el tratado de Versalles
(1919), que fue firmado por casi todos los países.
Más tarde, durante el transcurso de
la primera Asamblea de la Liga de las Naciones, en 19 de febrero de 1925, se
suscribió la Segunda Convención Internacional sobre opio en Viena. En este
convenio, además de restringir el tráfico del opio, morfina y cocaína, también
se incluyó el cannabis como sustancia ilícita.
El tabaco y el alcohol no entraron en la prohibición. Posteriores convenciones
realizadas en Ginebra (1931 y 1936), introdujeron la petición de imponer
severas penas para los traficantes de drogas ilícitas.
La creación de la Organización
Mundial de Salud (OMS) en 1946 también contribuyó a la unificación de la visión
del tema, Este período fue uno de los más tranquilos y la importancia del
consumo de drogas se redujo a escala mundial.
Con el objetivo de modernizar y
unificar los tratados internacionales sobre sustancias restringidas, fue
firmada en Nueva York, la Convención Única sobre estupefacientes de 1961. En
este convenio se reconoce la necesidad de la utilización de las drogas con
fines médicos y también la necesidad de controlar el uso de estas sustancias,
debido a la gravedad de las toxicomanías en el orden personal del consumidor y
de su peligro social para la humanidad. Es la primera vez que son listadas las
sustancias prohibidas y de uso restringido62.
La Convención Única de 1961 sobre
Estupefacientes estaba encaminada a limitar exclusivamente a fines médicos y
científicos la producción, la distribución, la posesión, el uso y el comercio
de drogas, y a obligar a los Estados partes a adoptar medidas especiales en
relación con drogas concretas, como la heroína. En el Protocolo de 1972 de la
Convención se hizo hincapié en la necesidad de que los toxicómanos recibieran
tratamiento y rehabilitación. Hoy, son 183 los estados participantes de la
convención.
Diez años después (1971), bajo los
auspicios de Naciones Unidas y con el objetivo de actualizar las reglas al
respecto y debido al nítido aumento del consumo mundial, fue celebrada en Viena
la Conferencia sobre sustancias psicotrópicas. El convenio firmado en el
encuentro dictaba normas tendentes a controlar y fiscalizar la producción y
distribución de los fármacos. Además regulaba también el comercio internacional
de las sustancias, establecía medidas de prevención al uso indebido, así como
contra su tráfico ilícito, entre otras providencias. Igualmente, elaboraba las
listas de sustancias prohibidas o sometidas a control especial.
El Convenio sobre Sustancias
psicotrópicas de 1971 estableció un sistema de fiscalización internacional de
las sustancias psicotrópicas. Este tratado, aprobado en respuesta a la
diversificación y expansión de la gama de drogas, introdujo también controles
sobre ciertas drogas sintéticas.
Por fin, en 1988, se realizó en
Viena la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas. Además de contener las listas de
sustancias, nuevas y severas directrices con respecto del delito de tráfico de
drogas, la nueva Convención innova al traer reglas con respecto del control de
las sustancias precursoras y acerca del blanqueo de capitales.
Esa Convención es el marco principal
de cooperación internacional en la lucha contra el tráfico de drogas, pues
prevé la localización, el embargo preventivo y la confiscación de ingresos y
propiedades procedentes del tráfico de drogas, la extradición de traficantes de
drogas y la ejecución en el extranjero de trámites procesales en materia penal.
Los Estados partes se comprometen a eliminar o reducir la demanda de drogas.
La más reciente iniciativa
internacional acerca del tema ha sido la Asamblea General Extraordinaria de la
ONU, sobre drogas, de 1998, en Nueva York. En ese encuentro fueron tratados
seis puntos principales: reducción de la demanda; eliminación de cultivos;
lavado de dinero; precursores químicos; drogas de síntesis; y cooperación judicial.
Lo más destacable surgió justamente en la iniciativa de destinar esfuerzos en
frenar el aumento de la demanda por drogas centrando la actuación de los
gobiernos también en la prevención al consumo.
Debido a las iniciativas
internacionales, gran parte de los países actualizó sus legislaciones internas
en los últimos años para modernizar sus sistemas legales y adecuarlos a las
nuevas directrices.
Como se observa del relato
presentado el consumo de drogas es algo muy antiguo, pero el contexto, la
frecuencia, los motivos y formas en que son consumidas han cambiado mucho. Por
otro lado, la lucha contra la droga no es tan antigua y los resultados de las
estratégias empleadas son todavia dudosos. Cabrá al futuro decir que camino
debe ser recorrido.