"LA FORTALEZA DEL SER HUMANO ES CONOCER SU DEBILIDAD; SI QUIERES SER FUERTE SUPERA PRIMERO TU DEBILIDAD" "EL ILLO"

domingo, 26 de octubre de 2014

LA HISTORIA OCULTA DE ROBINSON

Este es un relato cierto y al final verán las fuentes.

Solía ser el macho alfa y no tenía par: Las hembras se rendían a sus pies y sus crías estaban por doquier; su nombre: “Robinson”. Era temido entre sus amigos y aun entre los enemigos, no le faltaban aduladores y una fila de guardaespaldas que colocaban la mejilla para que Robinson, los abofeteara cuando descendía en sus conocidas borracheras.

Aún se recuerda aquella ocasión en que Alex, el macho alfa del otro pueblo, lo retó en público para ver quién ganaba al subir el árbol más alto de la aldea. No dudó un instante en aceptar el reto a pesar de que se encontraba borracho. Partió de último y aunque nadie daba un peso por él, subió con extremada violencia y velocidad arrebatándole en último momento el triunfo a Alex, quien como perdedor debió pagar con su vida semejante osadía.

Así era Robinson, despiadado y frío a la vez; lo que no hacía eco de su reputación sociable, generosa y hasta cariñosa con las hembras. Era un conquistador nato y, si por algún motivo no pudiere atraerlas con sus virtudes, recurría a la fuerza violándolas salvájemente hasta la muerte.

No existía en la aldea alguien que lo pudiere detener, era el terror abominable de viejos y chicos; por ello, cuando su hermano Frank, lo conminó hasta donde el anciano del pueblo para que respondiera  por sus fechorías, nadie tenía esperanza  de que saliera un resultado fructífero de esa valerosa actuación familiar.

Pasó lo que tenía que pasar ó más bien, lo que se suponía que pasara: El viejo lo encontró culpable de todos los cargos y le ordenó despojarse del sello alfa para delegarlo a su hermano Franck. Robinson, ante la mirada de todos, recibiendo el veredicto dio media vuelta, alcanzó un hongo alucinógeno, lo comió asquerosamente y de manera repentina lanzó, con sus afiladas uñas, un golpe de muerte a su hermano. Los soldados acudieron a arrestar a Robinson; pero, sólo le basto expedir un fuerte alarido para que echaran hacia atrás y lo vieran salir de manera soberbia por el camino real.

Claret, una de sus muchas hijas, en una ocasión lo encontró borracho y sin capacidad de mantenerse en pie por si mismo. Ante semejante calamitosa situación le sugirió amorosamente que cambiara su forma de vida; sin embargo, Robinson, tartamudeando e inentendiblemente le respondió que era demasiado tarde para ello y que al final era lo mismo, porque el mandaba.  Claret pensó en ese momento en aprovechar que sus guardaespaldas se encontraban lejos y envenenar a  su padre; pero, sus lágrimas pudieron más que su voluntad, por lo que se marchó con frustración, sin darse cuenta que al correr se le había caído el veneno.

Al día siguiente y levantado Robinson, uno de su séquitos le entregó el veneno encontrado, a lo que pidió estar sólo. Fue la primera vez en su vida que lloró, según cuenta un caracol que lo vió. La noticia fue trágica para el pueblo: Alguien había asesinado a Claret, y todos sabían quién había sido el asesino; pero nadie se quejaba.

Tan sólo pasaron un par de días para que apareciera a vengar su muerte Menfis, el hermano mayor de Claret, quien enterado de la noticia había salido de su aldea para pedir retaliación. Menfis, desde muy joven había salido de su casa formando su propia aldea y constituyéndose con el sello alfa. Era fuerte como su padre, sus alaridos tan temibles como un león; no obstante tenía un corazón distinto al de su progenitor que lo convertía a veces en ingenuo.

Sin conocer con  detalles las relaciones sociales de la aldea, visitó a su padre, quien lo recibió con un fuerte abrazo  y sin mediar más palabras le mencionó que sólo venía a vengar la muerte de su hermana invitándolo a buscar al asesino para hacerle pagar por el crimen cometido.

Robinson, le invitó un hongo, se sentaron en silencio y seguido de un viento húmedo que escapaba de una tormenta que se  aproximaba, le dijo: Si ese ha sido el motivo de tu venida, tendrás que asesinar a tu padre, no sin antes vencerlo  ante toda la aldea.  Menfis, estupefacto, ahora sí entendiendo los rumores que le llegaban de su padre, bajo la cabeza y sólo pregunto: Por qué padre, por qué lo hiciste?.  Robinson, acercándose a su hijo le contestó: Debes irte, ya llega la tormenta, la razón no importa jamás lo entenderías. En ese momento Menfis, reaccionó levantándose ofuscadamente como preparándose para lo que fuere; sin embargo, su padre rápida y fuertemente le sujetó por el cuello contra un árbol  hasta hacerlo desvanecer para luego soltarlo dejándole claro quien mandaba.

Comenzaba a llover, se escuchaban las alarmas de las aves. Un pequeño mono interrumpió la reunión familiar para avisar que el anciano de la aldea convocaba una reunión urgente. Robinson, le dijo a su hijo: “Debes irte” y salió apresurado al llamado.

Cuando llegó ya había multitudes de monos que obstaculizaban el camino. Robinson, abrió paso a  la fuerza dejando atrás a sus guardaespaldas hasta lograr escuchar al viejo, quien al verlo, detuvo su discurso y le dijo: “Sabría que vendrías, hasta la maldad tiene su límite, que al traspasar  llega a la bondad”, las aves han avisado que viene una fuerte tormenta y debemos salir urgente todos a la otra isla; sino corremos el riesgo de quedar aislados para siempre por las caudalosas corrientes como ocurrió hace 60 años. 

Robinson, sin pensarlo, liderando como nunca a todos, ordenó evacuar a los más pequeños, hembras y ancianos. Los machos se quedarían hasta último momento para trasladar las viviendas y víveres. Lucía con un aspecto diferente, inclusive, asombraba hasta al pobre anciano.

Aumentaba la intensidad de la lluvia,  Robinson, con lista en mano verificaba que no faltara nadie y al gritar: “Estamos todos”, otra voz le respondió desde lejos: “No me has llamado”, era Menfis, su hijo, quien se acercaba lentamente. Robinson, le dijo: “Si quieres venir, hazlo; pero no existe tiempo para salvar a tu aldea”. Menfis, respondió: “No padre, te equivocas no he venido a salvarme, he venido a retarte ante toda la aldea, no mereces tener el sello alfa”.

Todos quedaron paralizados al escuchar el reto que lanzaba Menfis, en medio de la creciente. Robinson, tomó un momento para pensar y analizó las variantes en juego: Salvar al pueblo deponiendo su sello real ante su hijo ó aceptar una batalla campal en la que el tiempo, tal vez, no ayudaba a su aldea.  

Al fin le preguntó al viejo: ¿Cuánto tiempo más tenemos para atravesar el puente?, el viejo le respondió: “No más de 15 minutos, el puentes es un árbol viejo de roble, está hueco por dentro por los roedores y la creciente no tardará en arrasarlo”.

Robinson, inmediatamente respondió: “Salgan todos, rápido y prometió ante la aldea, que el vencedor llevará el sello real”. Así sucedió, comenzaron a pasar el puente todos los monos menos Menfis Y Robinson, quienes bajo la lluvia se miraban borrosamente frente a frente pisando un terreno fangoso.

Comenzó la batalla: Menfis se abalanzó contra su padre, quien dando una vuelta atrás lo envió contra un árbol, era el preámbulo de una pelea que no iba a ser fácil, ni que aseguraba un vencedor ante las apuestas.

Después de patadas, aruñadas, mordidas, estranguladas, la batalla seguía  ante una tormenta sin precedentes, el rio estaba a punto de llevarse el puente. Los contendores estaban fatigados sin una victoria fácil. De repente Robinson, se encontraba arriba de Menfis, quien lo sujetaba a su vez por el cuello y en ese instante, Robinson, divisó en medio de la lluvia que el puente comenzaba a moverse por la presión del rio y, como si el tiempo se hubiese detenido, recordó todo lo malo que había hecho, hasta llegar a sentir repudio de tener a su hijo debajo suyo.
               
Tomó una determinación; conocía que su hijo era tan obstinado como él, por lo que un acuerdo era imposible proponerle. Por primera vez a Robinson, no le importaba su vida, sino la de su hijo.

En un momento del forcejeo, Robinson, que se encontraba arriba de su hijo, le tomó fuertemente uno de su brazos y comenzó a doblegarlo estirándolo  sobre la tierra; Menfís se quedaba atónito ante las renovadas fuerzas de su padre y pensó que estaba todo perdido. Robinson, le estiró el brazo a su hijo hasta llevarlo a su objetivo planeado: que tocara una piedra que había visto desde un inicio. Menfis, sin conocer el plan arrepentido de su padre, al tocar con sus dedos la piedra instintivamente la sujeto y con su último aliento la tomó en la palma de su mano y le propino un golpe en la cabeza a su padre que lo derribó al instante.

Menfis, una vez lo vio tirado en el piso, derramando sangre clara que se diluía con la lluvia, no pensó en otra cosa que salvarse, por lo que corrió desesperadamente al puente, el que ya se había despagado de la orilla. Para alcanzarlo era necesario un gran salto, un excepcional salto, que dentro la experiencia no era posible; pero, Menfis se dirigía con voluntad y convicción de que sí podía; conocía el riesgo de caer al agua, lo cual era su muerte; pero, no le importaba porque estaba seguro de si mismo.

Mientras, Robinson, tirado en el piso, languideciendo  abría sus ojos mirando a su hijo con el corazón palpitante, con la esperanza que lo lograría; dentro de él salía un grito ignorado y silencioso: Dale hijo, si puedes, dale, tu padre te apoya.  En un momento el puente- árbol, pareció alejarse más,  por lo que Robinson, frustrado y desanimado sentía que por su culpa había matado a otro hijo. Cerró su ojos y una lágrima confundida con la lluvia llegó hasta su boca.

Menfis, corriendo se acercaba a la orilla desde donde se tiraría para llegar al árbol. Así lo hizo, saltó como los mejores,  parecía alcanzaba el cielo, volaba entre la lluvia, se sentía triunfador; pero al llegar le faltó poco y descendió en el agua. 

Cuando todo estaba perdido, Menfis, que no sabía nadar, luchaba para intentar salir, pensaba que si la muerte le esperaba ahogándose, lucharía contra el agua hasta que lo venciera. De esa manera, lograba por momentos salir, tomaba aire y se hundía, haciendo cada vez menores sus salidas.

Robinson, quien ya  había abierto los ojos, observaba como se ahogaba su hijo, quiso levantarse para dar la vida por él; pero no podía hacerlo, el golpe sufrido lo había incapacitado.

Del otro lado del rio estaba toda los monos de la aldea, quienes se habían acercado uno a uno a ver qué había sucedido, convirtiéndose en testigos impotentes de la tragedia que ocurría.

Menfis, estaba ahogándose, sabía que pronto vendría su final, estaba completamente sumergido; pero decidido a morir intentando salir del agua, pensando que lo haría como un delfín, era su sueño noble de morir, intentándolo y luchando por un sueño. Tomó el poco aire que aún tenía, cerró los ojos, movió fuertemente los pies, apuntó sus brazos arriba y ante la mirada de todos, sucedió lo impensable: Menfis, logró saltar literalmente del agua y al caer nuevamente, uno de sus brazos toco el árbol al que agarró inmediatamente con todas sus extremidades, subió al puente casi de rodillas.

Arriba del árbol, toda la aldea lo miraba, lo admiraban, lo idolatraban, lo aplaudieron sin cesar gritando de alegría. Menfis se había salvado  y había sido recibido por la aldea  como el nuevo macho alfa, habían olvidado por completo a Robinson, del que nadie preguntó por su destino.

Robinson, tirado en la tierra lloraba de alegría por la proeza de su hijo y sentía el orgullo de ser su padre. A pesar de todo, Robinson, era muy fuerte para morir en esa ocasión. Sobrevivió; pero aislado para siempre.

Los monos de la aldea lo observan desde lejos en su soledad y él aceptó con resignación su castigo, sabiendo que es fruto de sus decisiones y se reconforta al saber que al otro lado del rio, en la otra isla, está su hijo, un buen macho alfa que no cometerá los errores que él cometió.

Robinson, tiene la esperanza de que antes que muera pueda que el rio baje y pueda pasar a la otra isla y sea aceptado como uno más.

Muchos científicos quieren ayudarlo a pasar; pero otros se oponen a intervenir al designio de la naturaleza y mientras eso sucede Robinson espera.

Los medios de todo el mundo han publicado la noticia; pero pocos, o ninguno ha dicho la causa del problema. Así por ejemplo,

La BBC publicaba:

Hay un babuino atrapado allá", me dijo mi guía apuntando a una isla anodina en medio del rio Zambeze.


Ver la noticia en el siguiente Link: 
Ver noticia en la BBC

La Nación, agencia de noticias publicaba:

El babuino Robinson, el mono más solo del mundo”

Solía ser el macho alfa y no tenía par: las hembras se rendían a sus pies y sus crías estaban por doquier; hoy es un mono gris, flaco y atrapado en una isla de la cual no puede escapar; lo que sucedió es un misterio”.



Ver noticia en el siguiente Link


De mi parte, yo se completamente la historia porque me la contó un caracol, quien le tomó esta foto:




          
            
  


sábado, 18 de octubre de 2014

LA RAZÓN DE LA SEMILLA DEL ANIMAL

Por qué vine a ganar?; mejor dicho por qué gané? es un tema que nunca voy a comprender.

Por qué corrí tan rápido?, quién me perseguía?, es que no parezco yo, ni siquiera me interesa competir; pero mira que gané y me parece que lejos; y ahora, qué hago con la ganancia?, qué hago con este trofeo?, dónde lo coloco? o más bien para qué sirve?.

Los derrotados me miraran como quejándose con Dios por permitirme llegar a la meta creyéndose superiores. La verdad no se equivocan, me debieron ganar; creo que lo hubiesen hecho mejor, hasta amor por el trofeo tendrían.

Pero, poco me importa lo que digan; analizándolo bien yo no quería ganar, yo creo que siempre desde un principio yo ya era ganador, no es cuestión de querer, es más, sin competir yo ya había ganado hace rato y lejos.

En definitiva no gané, soy y siempre fui un ganador; el problema es que me di cuenta que no gané sólo, existen muchos ganadores, todos triunfadores y exitosos; pero muchos están orgullosos de haber ganado.

Qué me diferencia entonces de aquellos?. Creo concluir que sólo es cuestión de comprender que para haber ganado tuvieron que ver muertos a sus semejantes, pasar por encima de ellos, pisándoles las cabezas sin querer, inclusive a no tener compasión, a romper todo obstáculo y, ni siquiera por piedad podían detenerse por cuanto la energía que los impulsaba era divina; en otras palabras, tuvieron que salir ganadores a costa de muchos perdedores y muertos.

Entonces creo que el creador se sentirá contento al haberle inyectado la energía que correspondía a ese que dejando miles de vidas, luchó y salió adelante; no por egoísta, sino por considerar que si había que elegir un solo ganador que sacara la cara por todos, era ese y nadie más, ese que su corazón le indicó que representaría a los derrotados en esa batalla, ese que hizo valer el sacrificio de muchos.

De modo que siento que el creador está melancólico al ver ahora que el ganador no quería ganar, no quiere seguir ganando, no sería mejor que otro hubiese ganado me pregunto? Qué paso con esos miles de muertos derrotados y sacrificados por uno?.

Por superar la inteligencia humana sé que el no piensa como perdedor, el no duda sobre el ganador, él no tiene márgenes de considerar si se equivocó, él sabe que acertó y que el ganador se siente orgulloso solo por serlo, nada más por llegar, únicamente por ser impregnado por esa energía, porque no requiere adorar el trofeo, ni mostrarlo para que lo adoren, ya la victoria se consiguió con júbilo, millones sacrificados en un estadio de esfuerzo, amor  y pasión con una salida triunfal.


Qué hago con el trofeo? Nada y nada, porque no requiero hacer maniobras extraordinarias para sentir el sentido de la batalla; simplemente recordar que llegué es una gloría excepcional y aún más excepcional que haberse ganado la mayor lotería de la tierra. Sólo resta entonces disfrutar la ganancia y agradecer al creador.   

domingo, 12 de octubre de 2014

SI HUBIERA NACIDO ANTES O DESPUÉS ES IGUAL.

Impenetrable la desazón carcome la sensación de vida y la vida misma.
Apretujado con calamidades de un natalicio cualquiera en una vida de por si ilógica.
Inclemente  el martirio del verdugo ataca el corazón inerte ya por los sentimientos muertos.
No es igual la vida sin la vida misma. No lucen los paisajes con el color de la bendición.
Lo dedos no corren al sonar de los temblores como quiere el corazón, es mil veces mejor estar dormido que trémulo en una sonora catarata de insostenibles pesadumbres.
Conclusión no existe acaso de un germen que creyendo ser gusano logro el éxito de la frustración putrefacta en una manzana llena de ilusión.
Que es sino pereza lo que produce el martirio de una legión de ataques cobardes desde trincheras con sofás y televisores.
Es esto una guerra cierta o sólo el invento muerto de un desespero por crear una vida diferente.

A la final todo está claro, es lo mismo  suerte, éxito, fracaso, el ritmo de las sensaciones es innato hasta su terminación en cualquieras de los tiempos. 

viernes, 3 de octubre de 2014

LA NATURALEZA Y TUS LLEGADAS TARDE A LAS CITAS

Es innegable que aún en el límite de esta alta montaña encuentre el viento amoroso de tus besos y que a pesar que desde la cima imagine el descenso del  tren de los recuerdos en toboganes rápidos y confusos, que inclusive me haga temer que los manipule a mi deseo y no al real pasado que trasluce los lúgubres yerros de las pasiones descontroladas, logres apaciguar mi confusión con una atención amorosa y desinteresada.

En este vasto lugar, te has convertido en nubes de esperanzas en constante movimientos que se desplazan formando un cielo infinito de amor del que dimana energía vital que me sostiene ante mi vértigo a las alturas del silencio y la incomprensión.

Eres, en mi mente y mi corazón, imagen perenne de la belleza, de modo que no es de recibo tus falacias nostálgicas de un presente disminuido; por el contrario, con el tiempo te adornas de atracciones desconocidas que sólo tú innovas para mantener flameante la bandera del amor.

Yo, por el contrario, soy un niño histérico que  se hace viejo; sí, eso es, un niño viejo que cree dominar el mundo y que cansado de trasegar en el pensamiento, levanta mil veces  la mirada a la luz del razonamiento y siempre encuentra dentro de las pocas verdades puras y santas de esta vida, tal fuera mil caminos que conducen a un solo túnel de salida, tu belleza, tu ternura, tu atención tu nobleza y tu amor para lidiar mis perfeccionados defectos, los que con los años he esquematizado otorgándole fundamentos prácticos, de tal manera, que he creado ante tu visión un imagen falsa de vejez.

Te compadezco; aunque sé que comprendes que ello es parte de la evolución del ser humano, como también el que sea buen ejercicio pensar sobre lo que se piensa.  Aceptas que el colibrí te robé día a día el néctar del amor por sólo mirarle la belleza; pero audaz y silenciosamente también sabes que aunque bello, ligero y fugaz, en cada visita te deja el germen amoroso de tu vida y existencia.

Te sigo amando y deseando como la primera vez, no por mis virtudes; sino porque es imposible no amarte ni desearte, sería tanto como estar muerto o, peor aún, aborreciblemente desdichado, tal como volcán que erupciona destruyéndose por dentro, si fuese por causa de las decisiones autodestructivas impropias; pero, quédate tranquila, es tu esencia regalo divino que aparte de apagar las llamas y los temblores del pensamiento, cristalizas con tu pasión las llamas inadecuadas del corazón.

Había comprendido con resignación que el amor es en esencia una decisión, más que una sensación, y, debo ser honesto al afirmar que realmente no me equivoqué; pero, mira que hemos sido bendecidos por el creador, pues, a lo largo del tiempo no has bañados también con el aceite insoslayable del amor y la pasión, cuyo aroma me enloquece diariamente atrayendo mi ser al tuyo,  inspirándome y estimulándome a seducirte fervientemente sacándote una mirada pícara, un beso, una caricia y haciéndote sentir  feliz por haber nacido mujer.

No debo dejar de comentar que me alegro que quieras ser cumplida en todas las esferas de la vida; pero no me pidas que estando en el norte no vea el glacial; no me pidas que estando frente al Niágara no vea el agua; no me pidas que estando en el desierto no sienta el sol;, no me pidas que estando frente a los Andes no vea la inmensidad de las montañas y, por favor, no me pidas que, al verte de la forma que sólo nosotros sabemos, no me arroje a tus brazos y sientas mi pasión desenfrenada, porque justo en ese momento siento el raudal del agua, siento la calentura del sol, veo la belleza de las montañas y la emoción de tener en mis brazos a la más hermosa y linda mujer que he amado en mi vida.

Ahora, si llegares tarde a las citas no me culpes, condena a estos extraños fenómenos de la naturaleza que nos regaló Dios; aunque te sugiero que te regales una sonrisa recordatoria, te sentirás plácida y observaras lo importante y placentero de la vida.


De tu eterno enamorado que aspira, luego que leas estas humildes frases,  verte como le encanta verte. Aplaza la cita una vez más.  




EL ILLO            

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