Este es un relato cierto y
al final verán las fuentes.
Solía ser el macho alfa y
no tenía par: Las hembras se rendían a sus pies y sus crías estaban por doquier; su nombre: “Robinson”. Era temido entre sus amigos y aun entre los
enemigos, no le faltaban aduladores y una fila de guardaespaldas que colocaban
la mejilla para que Robinson, los abofeteara cuando descendía en sus conocidas
borracheras.
Aún se recuerda
aquella ocasión en que Alex, el macho alfa del otro pueblo, lo retó en público para ver quién ganaba al subir el árbol más alto de la aldea. No dudó un
instante en aceptar el reto a pesar de que se encontraba borracho. Partió de
último y aunque nadie daba un peso por él, subió con extremada violencia y
velocidad arrebatándole en último momento el triunfo a Alex, quien como
perdedor debió pagar con su vida semejante osadía.
Así era Robinson,
despiadado y frío a la vez; lo que no hacía eco de su reputación sociable,
generosa y hasta cariñosa con las hembras. Era un conquistador nato y, si por
algún motivo no pudiere atraerlas con sus virtudes, recurría a la fuerza
violándolas salvájemente hasta la muerte.
No existía en la
aldea alguien que lo pudiere detener, era el terror abominable de viejos y chicos;
por ello, cuando su hermano Frank, lo conminó hasta donde el anciano del
pueblo para que respondiera por sus
fechorías, nadie tenía esperanza de que
saliera un resultado fructífero de esa valerosa actuación familiar.
Pasó lo que
tenía que pasar ó más bien, lo que se suponía que pasara: El viejo lo encontró
culpable de todos los cargos y le ordenó despojarse del sello alfa para
delegarlo a su hermano Franck. Robinson, ante la mirada de todos, recibiendo el
veredicto dio media vuelta, alcanzó un hongo alucinógeno, lo comió
asquerosamente y de manera repentina lanzó, con sus afiladas uñas, un golpe
de muerte a su hermano. Los soldados acudieron a arrestar a Robinson; pero, sólo le basto expedir un fuerte alarido para que echaran hacia atrás y lo vieran
salir de manera soberbia por el camino real.
Claret, una de sus
muchas hijas, en una ocasión lo encontró borracho y sin capacidad de mantenerse
en pie por si mismo. Ante semejante calamitosa situación le sugirió
amorosamente que cambiara su forma de vida; sin embargo, Robinson,
tartamudeando e inentendiblemente le respondió que era demasiado tarde para ello
y que al final era lo mismo, porque el mandaba. Claret pensó en ese momento en aprovechar que
sus guardaespaldas se encontraban lejos y envenenar a su padre; pero, sus lágrimas pudieron más que
su voluntad, por lo que se marchó con frustración, sin darse cuenta que al
correr se le había caído el veneno.
Al día siguiente
y levantado Robinson, uno de su séquitos le entregó el veneno encontrado, a lo
que pidió estar sólo. Fue la primera vez en su vida que lloró, según cuenta un
caracol que lo vió. La noticia fue trágica para el pueblo: Alguien había asesinado
a Claret, y todos sabían quién había sido el asesino; pero nadie se quejaba.
Tan sólo pasaron
un par de días para que apareciera a vengar su muerte Menfis, el hermano mayor
de Claret, quien enterado de la noticia había salido de su aldea para pedir
retaliación. Menfis, desde muy joven había salido de su casa formando su propia
aldea y constituyéndose con el sello alfa. Era fuerte como su padre, sus
alaridos tan temibles como un león; no obstante tenía un corazón distinto al de
su progenitor que lo convertía a veces en ingenuo.
Sin conocer con detalles las relaciones sociales de la aldea, visitó a su padre, quien lo recibió con un fuerte abrazo y sin mediar más palabras le mencionó que sólo
venía a vengar la muerte de su hermana invitándolo a buscar al asesino para
hacerle pagar por el crimen cometido.
Robinson, le
invitó un hongo, se sentaron en silencio y seguido de un viento húmedo que
escapaba de una tormenta que se aproximaba,
le dijo: Si ese ha sido el motivo de tu venida, tendrás que asesinar a tu
padre, no sin antes vencerlo ante toda la
aldea. Menfis, estupefacto, ahora sí entendiendo los rumores que le llegaban de
su padre, bajo la cabeza y sólo pregunto: Por qué padre, por qué lo hiciste?. Robinson, acercándose a su hijo le contestó:
Debes irte, ya llega la tormenta, la razón no importa jamás lo entenderías. En
ese momento Menfis, reaccionó levantándose ofuscadamente como preparándose para lo
que fuere; sin embargo, su padre rápida y fuertemente le sujetó por el cuello
contra un árbol hasta hacerlo desvanecer
para luego soltarlo dejándole claro quien mandaba.
Comenzaba a
llover, se escuchaban las alarmas de las aves. Un pequeño mono interrumpió la
reunión familiar para avisar que el anciano de la aldea convocaba una reunión urgente.
Robinson, le dijo a su hijo: “Debes irte” y salió apresurado al llamado.
Cuando llegó ya
había multitudes de monos que obstaculizaban el camino. Robinson, abrió paso a la fuerza dejando atrás a sus
guardaespaldas hasta lograr escuchar al viejo, quien al verlo, detuvo su discurso y le dijo: “Sabría que vendrías,
hasta la maldad tiene su límite, que al traspasar llega a la bondad”, las aves han avisado que
viene una fuerte tormenta y debemos salir urgente todos a la otra isla; sino corremos
el riesgo de quedar aislados para siempre por las caudalosas corrientes como ocurrió hace 60 años.
Robinson, sin pensarlo, liderando como nunca a
todos, ordenó evacuar a los más pequeños, hembras y ancianos. Los machos se
quedarían hasta último momento para trasladar las viviendas y víveres. Lucía
con un aspecto diferente, inclusive, asombraba hasta al pobre anciano.
Aumentaba la
intensidad de la lluvia, Robinson, con
lista en mano verificaba que no faltara nadie y al gritar: “Estamos todos”, otra
voz le respondió desde lejos: “No me has llamado”, era Menfis, su hijo, quien
se acercaba lentamente. Robinson, le dijo: “Si quieres venir, hazlo; pero no
existe tiempo para salvar a tu aldea”. Menfis, respondió: “No padre, te
equivocas no he venido a salvarme, he venido a retarte ante toda la aldea, no
mereces tener el sello alfa”.
Todos quedaron paralizados
al escuchar el reto que lanzaba Menfis, en medio de la creciente. Robinson, tomó un momento para pensar y analizó las variantes en juego: Salvar al pueblo
deponiendo su sello real ante su hijo ó aceptar una batalla campal en la que el
tiempo, tal vez, no ayudaba a su aldea.
Al
fin le preguntó al viejo: ¿Cuánto tiempo más tenemos para atravesar el puente?,
el viejo le respondió: “No más de 15 minutos, el puentes es un árbol viejo de
roble, está hueco por dentro por los roedores y la creciente no tardará en
arrasarlo”.
Robinson,
inmediatamente respondió: “Salgan todos, rápido y prometió ante la aldea, que el
vencedor llevará el sello real”. Así sucedió, comenzaron a pasar el puente
todos los monos menos Menfis Y Robinson, quienes bajo la lluvia se miraban
borrosamente frente a frente pisando un terreno fangoso.
Comenzó la
batalla: Menfis se abalanzó contra su padre, quien dando una vuelta atrás lo
envió contra un árbol, era el preámbulo de una pelea que no iba a ser fácil, ni
que aseguraba un vencedor ante las apuestas.
Después de
patadas, aruñadas, mordidas, estranguladas, la batalla seguía ante una tormenta sin precedentes, el rio
estaba a punto de llevarse el puente. Los contendores estaban
fatigados sin una victoria fácil. De repente Robinson, se encontraba arriba de
Menfis, quien lo sujetaba a su vez por el cuello y en ese instante, Robinson, divisó en medio de la lluvia que el puente comenzaba a moverse por la presión
del rio y, como si el tiempo se hubiese detenido, recordó todo lo malo que había
hecho, hasta llegar a sentir repudio de tener a su hijo debajo suyo.
Tomó una
determinación; conocía que su hijo era tan obstinado como él, por lo que un
acuerdo era imposible proponerle. Por primera vez a Robinson, no le importaba su vida,
sino la de su hijo.
En un momento del
forcejeo, Robinson, que se encontraba arriba de su hijo, le tomó fuertemente
uno de su brazos y comenzó a doblegarlo estirándolo sobre la tierra; Menfís se quedaba atónito
ante las renovadas fuerzas de su padre y pensó que estaba todo perdido.
Robinson, le estiró el brazo a su hijo hasta llevarlo a su objetivo planeado:
que tocara una piedra que había visto desde un inicio. Menfis, sin conocer el
plan arrepentido de su padre, al tocar con sus dedos la piedra instintivamente
la sujeto y con su último aliento la tomó en la palma de su mano y le propino
un golpe en la cabeza a su padre que lo derribó al instante.
Menfis, una vez
lo vio tirado en el piso, derramando sangre clara que se diluía con la lluvia,
no pensó en otra cosa que salvarse, por lo que corrió desesperadamente al puente, el que
ya se había despagado de la orilla. Para alcanzarlo era necesario un gran
salto, un excepcional salto, que dentro la experiencia no era posible; pero, Menfis
se dirigía con voluntad y convicción de que sí podía; conocía el riesgo de caer
al agua, lo cual era su muerte; pero, no le importaba porque estaba seguro de si
mismo.
Mientras,
Robinson, tirado en el piso, languideciendo abría sus ojos mirando a su hijo con el
corazón palpitante, con la esperanza que lo lograría; dentro de él salía un
grito ignorado y silencioso: Dale hijo, si puedes, dale, tu padre te apoya. En un momento el puente- árbol, pareció
alejarse más, por lo que Robinson, frustrado
y desanimado sentía que por su culpa había matado a otro hijo. Cerró su ojos y
una lágrima confundida con la lluvia llegó hasta su boca.
Menfis, corriendo se
acercaba a la orilla desde donde se tiraría para llegar al árbol. Así
lo hizo, saltó como los mejores, parecía
alcanzaba el cielo, volaba entre la lluvia, se sentía triunfador; pero al
llegar le faltó poco y descendió en el agua.
Cuando todo estaba perdido, Menfis,
que no sabía nadar, luchaba para intentar salir, pensaba que si la muerte le
esperaba ahogándose, lucharía contra el agua hasta que lo venciera. De esa manera, lograba por momentos salir, tomaba aire y se hundía, haciendo cada vez menores
sus salidas.
Robinson, quien ya
había abierto los ojos, observaba como
se ahogaba su hijo, quiso levantarse para dar la vida por él; pero no podía
hacerlo, el golpe sufrido lo había incapacitado.
Del otro lado
del rio estaba toda los monos de la aldea, quienes se habían acercado uno a uno a ver qué
había sucedido, convirtiéndose en testigos impotentes de la tragedia que ocurría.
Menfis, estaba
ahogándose, sabía que pronto vendría su final, estaba completamente sumergido; pero decidido a morir intentando salir del agua, pensando que lo haría como un delfín, era
su sueño noble de morir, intentándolo y luchando por un sueño. Tomó el poco
aire que aún tenía, cerró los ojos, movió fuertemente los pies, apuntó sus brazos
arriba y ante la mirada de todos, sucedió lo impensable: Menfis, logró saltar literalmente
del agua y al caer nuevamente, uno de sus brazos toco el árbol al que agarró
inmediatamente con todas sus
extremidades, subió al puente casi de rodillas.
Arriba del árbol,
toda la aldea lo miraba, lo admiraban, lo idolatraban, lo aplaudieron sin cesar
gritando de alegría. Menfis se había salvado y había sido recibido por la aldea como el nuevo macho alfa, habían olvidado por
completo a Robinson, del que nadie preguntó por su destino.
Robinson, tirado
en la tierra lloraba de alegría por la proeza de su hijo y sentía el orgullo de ser
su padre. A pesar de todo, Robinson, era muy fuerte para morir en esa ocasión.
Sobrevivió; pero aislado para siempre.
Los monos de la
aldea lo observan desde lejos en su soledad y él aceptó con resignación su
castigo, sabiendo que es fruto de sus decisiones y se reconforta al saber que al
otro lado del rio, en la otra isla, está su hijo, un buen macho alfa que no
cometerá los errores que él cometió.
Robinson, tiene
la esperanza de que antes que muera pueda que el rio baje y pueda pasar a la
otra isla y sea aceptado como uno más.
Muchos
científicos quieren ayudarlo a pasar; pero otros se oponen a intervenir al
designio de la naturaleza y mientras eso sucede Robinson espera.
Los medios de
todo el mundo han publicado la noticia; pero pocos, o ninguno ha dicho la causa
del problema. Así por ejemplo,
La BBC publicaba:
“Hay un babuino atrapado
allá", me dijo mi guía apuntando a una isla anodina en medio del rio
Zambeze.
Ver la noticia en el siguiente Link:
Ver noticia en la BBC
La Nación, agencia de noticias publicaba:
“El babuino Robinson, el mono más solo del mundo”
Solía ser el macho alfa y no tenía par: las hembras se rendían a sus pies y sus crías estaban por doquier; hoy es un mono gris, flaco y atrapado en una isla de la cual no puede escapar; lo que sucedió es un misterio”.
De mi parte, yo se completamente la historia porque me la contó un caracol, quien le tomó esta foto: