Analizando la historia desde mi ignorancia campesina observo que el problema es de los sinónimos como me enseña mi tocayo Andrés, que es culto porque fue a la ciudad a estudiar ingles.
Por ejemplo, veo yo que atacan el gobierno actual; pero no tiene la culpa de que se haya dicho que el esclavo desapareció, cuando el nombre de “trabajador” quedo a la fuerza de necesidad en lo mismo por lo que en los últimos dos milenios se rebajó.
No son los cambios de la historia los que yo veo, me atengo a que las cosas que siguen iguales y los nombres distintos.
Acaso mi prima Raquel, que de sirvienta pasó a llamarse muchacha del servicio y luego a auxiliar de casa se siente mejor; no, su dignidad sigue rebajada, aunque nadie diga nada.
Y es que la situación no cambia, cambian los rótulos, títulos y calificativos; pero la historia es la misma. Dicen que los emperadores se fueron, que los reyes ya no mandan, que vivir estamos en democracia y la verdad para mí todo es igual: me imponen cosas, gobernantes, pago tributos y los pobres cada vez peor están.
Pero la cosa no termina si de sinónimos se trata, resulta que ya no soy esclavo, ni vasallo, ahora soy trabajador y, no se llama al modelo esclavismo, sino capitalismo que en resultas a mi me parece lo mismo.
Que no existe inflación, ni inseguridad que ahora son sensaciones y tal vez tengan la razón porque yo tengo la sensación de que mi esposa Gilberta me es infiel con mi primo Santiago; pero ella dice que no es su amante sino amigos con derechos y yo sin saber qué significa eso, la dejo pasar; pero me da la sensación que las dos cosas siguen igual.
Que el trabajo dignifica al hombre es la mentira más grande que se ha inventado; sin embargo, por necesidad yo trabajo. Pero, vaya a usted a saber que yo he aprendido un poco de sinónimos porque cuando mi patrón me trata mal y manda “pa el carajo”, yo lo miro fijamente y en vez de decirle hijo de la gran… le digo “como mande mi patrón” que para mí es una palabra que me da lo mismo y me da satisfacción.
Y veo aquella piedra en el fondo del rio desde que nací y me atrevo a decir que no ha cambiado, como tampoco lo ha hecho el mundo que me cuentan mis abuelos; pero eso sí los nombres si han variado.
De todo esto me preocupa que mi hijo Antonio me comienza a contestar mal, con groserías y según los maestros de la escuela no es culpa de él sino mia y que eso ahora se llama rebeldía. La verdad no estoy muy de acuerdo; ya está hecho un hombrecito y donde se me desajuste mucho le pego su porrazo, eso sí digo cuando vengan las autoridades, como ya sé de sinónimos, digo que es mentira que se dio el golpe para llamar la atención porque está traumatizado, o sea, con problemas psicológicos y que yo desconozco de esos males que no se veían en el pasado.
Para terminar me voy a juntar un rato con mi compadre Andrés, para que me enseñe más de esto de los sinónimos que me está gustando, así le puedo decir a mi esposa Gilberta, que no estaba gastando la plata con beber y beber, sino una forma práctica para aprender.
CANDIDO
