LA NOCHE DE LOS NÚMEROS INSOLENTES

Al hacer cuentas con la calculadora para saber si alcanzaba con mi sueldo a pagar los recibos al final de mes, observé que no funcionaba bien, razón por la cual me dispuse a destaparla y cuando lo hice, sin percatarme qué pude presionar, en el tablero parpadeante comenzó a salir un texto que me sorprendió, lo que generó como siempre que tomara papel y lápiz y lo transcribiera en este medio. Dicho texto me ha puesto a reflexionar por un momento de la manera como permanentemente estamos juzgándonos los unos a los otros, perdiendo la oportunidad de vivir felizmente dentro de una verdadera armonía, sin importar el credo o posición religiosa, pues, al fin y al cabo suele suceder que de los que supuestamente se llaman “ateos” podemos extraer buenos pensamientos y enseñanzas; así mismo, éstos también pueden llegar a ese resultado con base a las ideas de la espiritualidad de los que aparentemente se llaman “creyentes”, teniendo en cuenta que las actitudes importan, en mayor o menor medida, más que las palabras. La búsqueda de nuestra verdad debe converger hacia el sentido común de la justicia y la razón, no de las practicadas por esta falsa sociedad; sino por la guía que dicta ese “algo” que no se sabe a ciencia cierta ¿qué es? y que muchos le decimos “alma espíritu ó corazón”.

De esa forma, considero que no hay necesidad de derramar argumentos que enaltecen el orgullo natural del ser humano que tienden a obtener una imposición, para lograr una relativa y verdadera armonía. En ese orden de motivos, tal vez sin darnos cuentas, acertaremos a que nuestras conductas se adecuen a nuestros pensamientos y viceversa; pero no para enrostrárselos a los demás; sino desde nuestra esfera intima y subjetiva, que es la que debe importar al final de cuentas para asumir una responsabilidad de un lado consigo mismo ó por el otro con Dios, dependiendo de los ideales.

De ese modo, cada cual sentirá su satisfacción personal y determinará la verdad ó el desacierto sin afectar a los demás individuos; por lo pronto pienso que generalmente nosotros, que estamos en uno u otro bando por así decirlo, mantenemos hablando de lo correcto de acuerdo a esas bases filosóficas cuyos objetivos sin lugar a dudas pueden apuntalar al bienestar común a pesar de las diferencias; sin embargo, en ninguno de los dos eventos procedemos de conformidad con esos pensamiento y sentimientos; en otras palabras, nos hemos quedado en puras retóricas baladíes para aumentar nuestra soberbia, impresionar al vecino, justificar nuestras errores, mantener un poder etc. pero lo cierto es, que internamente ya de manera tranquila y relajada escuchamos sin parar los regaños que nos dicta la conciencia por no actuar en muchos casos como debimos hacerlo, y cada vez que se expiden esos argumentos sentimos un vacío existencial que no se completa y; por el contrario, se expande progresivamente cuando tratamos de convencer, con meras palabras y no con actos, a los que nos rodean para que piensen o crean en determinada forma, lo que sólo conduce paradójicamente a qué ni siquiera lleguemos a convencernos a nosotros mismos.

En conclusión, la coherencia debe tenerse presente para evaluar nuestra vida diaria y no la de los demás, bajo una base que tenga presente los más anhelados, desinteresados y hasta utópicos deseos de vivir en una sociedad con absoluta paz y armonía; no importa con que modelo de postura se justifique o explique; de ser así, conducirá si bien no ha obtenerla tal como la ideamos y soñamos, sí a que se mejore sus condiciones; recuerden aquél refrán que dice “Para ser por lo menos Sacristán debe aspirarse a ser Papa”. Espero ser coherente con este pensamiento y sino; aspiro a que aquel que denominé “control social” en otro post, en el que están ustedes incluidos, me lo adviertan a tiempo. Invito entonces a que conozcan lo que me dijo esta bendita calculadora, que entre otras cosas, no ha querido encender nuevamente.

Estaban los representantes de los números reunidos en un alegre festejo,

brindaban, gritaban y reían todos embelesados por la vida infinita de su presencia

estaban del uno al nueve burlándose en común en un sarcástico cortejo,

el uno decía “yo soy alfa y omega, el principio y el fin, soy de todos la pura sapiencia”.

“Soy tan único”-decía el uno- “que además de mi singularidad, soy bello como un alfil,

alto, espigado y recto, valiente de las mil batallas siempre mostrando mi saludo militar

en definitiva, con respeto les digo, no es por nada, pero soy el primero y un digno gentil,

y por ello brindo por la naturaleza de las matemáticas que me hizo el mejor sin mucho dudar”.

“Presumido-le dice el dos al uno-contigo está demostrado que la ignorancia es atrevida y necia,

no te das cuenta que solo no vales nada, que eres de menor valía frente a esta compañía

con franqueza te diré sí lo quieres saber, soy excelso así sea que te duela y hagas una peripecia,

el dos es el que tiene mayor inteligencia, la mejor delicadeza y sensualidad, dice la gente mía.

“En efecto, -prosigue el dos- basta con decir, que sí de las matemáticas es su querer,

puedo dejarlos maltrechos en una división hasta la mitad de su valor y sin mucho hablar

y en la multiplicación puedo sin mayor esfuerzo aumentarlos hasta el doble de su ser,

tengo tantas funciones, fácilmente puedo en la división contra un primo par dejarlo impar”.

“De otra parte- Sigue hablando el dos- mis medidas son perfectas, torneadas y curvas,

sin lugar a dudas, seduce y perpleja, es más, de mi enamorados están todos los de de esta cena

el uno por intentar darme la espalda con su saludo militar se merece unas fuertes tundas,

jja, ja, si es el tres, intenta tener mejor cuerpo y sólo llega a ser un medio círculo con melena”.

Definitivamente están dementes-dice el tres- esa descripción que me hacen no la entiendo,

dos no me utilices para darle celos al feo uno, con su delgadez no lo quiero ni ver

si te advierto que bien equivocado estás iluso, no quiero con mi cuerpo estarte pareciendo,

bello, joven, mi sabiduría es envidiada, tu dos está en nada, un pato haz de parecer".

“Si de tratarse de utilidad es-señala el tres-y de usarse esas operaciones y el casuismo,

subir o disminuir de valor puedo más que tu dos, o sea que deja la evidente estupidez

tú uno no rías que ni para eso sirves, ni utilizarte quieren porque resulta siempre lo mismo,

mejor admiren a este número que los medios escritos proclaman, el mejor, sí yo el tres”.

Mientras dirigían sátiras e insultos indirectos las bebidas no paraban y la borrachera aumentaba, era el turno del cuatro, que sin casi poderse levantar de la silla por la embriaguez, comentaba:

“Risa que me da escucharlos, son sólo números niños e inmaduros envueltos en presunciones,

disculpen que sea pesado-dijo el cuatro-pero en fin la verdad que diré pesa demasiado

soy mayor que los anteriores, y sé que el uno no fue a ninguna guerra, son sus imaginaciones,

y el dos dizque hermosura, ja, ja me rio, lo conocí trabajando en un burdel todo hastiado".

“No te atrevas a golpearme dos-dice el cuatro-soy el doble que tú y merezco respeto,

y tu tres, no te hagas la vista ciega que estás peor, lo prefiero a quedarme con tu ridiculez

se utiliza tu regla simple no por amor a la verdad, sino para chismosear con puro parapeto,

desleal, te usan para averiguar quién de nosotros es la incógnita, dizque para evitar la sandez”.

“Sírvanme otra copa de licor-sigue el cuatro-tú tres no solucionaras todos los problemas,

únicamente lograras figurar en las matemáticas básicas y burdas de los estudios de la niñez

a mí me propusieron una vez la regla del cuatro; pero la rechacé por no infringir más penas,

soy muy correcto y con mucho honor el mejor número, eso que lo digo con mucha sensatez”.

“Cállate- le dice el cinco-no tolero tu soberbia e intolerancia con estos pobres miserables,

como dice el divino Pitágoras: “Miras la rayita que tiene el otro y no el rayón que tiene tu ser”

sí el dos se controló es porque es de tu propia calaña, son iguales de sucios y vituperables,

tú cuatro, con el feo uno, ni son números naturales primos, por eso cambian tanto de parecer”.

“Una copa que creo que la cosa se puso buena- dice el cinco-y sigo hablando la verdad,

eres Satanás, enfádese señor cuatro, que eres peor que los demás, y eso que no he hablado

siento simpatía por el uno y el tres no lo puedo negar, reconocen que yo soy su majestad,

soy el mejor número, acaso no ven que no hay quinto malo, pero ni eso habrán escuchado.

“Se ha acabado el licor-dijo el seis- me he emborrachado mucho con tantos disparates,

que son mejores que este hermoso número es absurdo, una falacia; traigan ya otra botella

brindo que sí es por merecer soy el que adorna la cuenta hasta el diez; el resto puro orates,

el cuatro cruzado de piernas, el cinco lo brinco, tres está al revés, dos y uno no hacen mella”.

“Que estupideces dicen-dice el siete-no ven que merezco respeto que soy el de la suerte,

siete son los días de la semana, los colores del arco iris, los mares y las notas musicales

quieren más, siete son las vidas del gato y los enanitos de blanca nieves, soy el más fuerte,

el cuatro que va a hablar de pudor con la posición que lleva su nombre, qué habla de males.

“Esta pelea es de corronchos-dice el ocho- no sean tan ignorantes pedazos de hermanos,

yo prefiero reunirme con mis amigos pares, con el seis, el cuatro y el dos que somos similares

el resto mal formados y viven en medio de nosotros, los considero como bellos gusanos,

y en fin donde andan las comidas y el trago que quiero compartir con mis verdaderos pares,

se me olvidaba, que se calle el que me precede, que siete también son los pecados capitales”.

“Cállate bobo- le dice el nueve- no te das cuenta la brutalidad que muestras con esa conducta,

eres gordo pareces embarazado, goloso, no tienes pies ni brazos, eres dos círculos con sondas

el seis quiere parecerse a mí al ponerse boca abajo, el cuatro y el dos tienen mente corrupta,

si de agruparse se trata me llevo la botella para compartir con los impares en la misma onda.

Siguieron así los dimes y diretes entre los dos bandos hasta altas horas de la madrugada, de repente alguien toca la puerta, sale como siempre el tres para saber quién es: Grita molesto “Es el metiche del cero ¿quién lo ha invitado a esta fiesta medio menguada?”, el nueve respondió “Que vergüenza se nos olvidó, que entre y tratémoslo como almohada”.

Sucedió que todos volvieron a juntarse despreciando al cero; inclusive, sin a él arrimarse, esgrimían risas y murmullos en contra del cero, criticaban su presencia y hablaban de su falta de estima como burlándose.

Decía el repelente dos “como siempre no vale nada, porqué no se va, debe correr y en su casa encerrarse como una empanada, y eso no es nada, pero resulta ser un pelotudo intruso en esta fiesta, no aprecia el desprecio y mi carcajada.

Por otro lado expresaba el tres “no sé cómo puede el creador, concentrarse con ese vacío estafador”.

Por fin el pobrecito no pudo aguantar más, se levantó y exclamó con voz sonora y suave:

“Sepan los presentes aquí reunidos:

Que sí estoy aquí no es por mi querer; sino por la voluntad de las matemáticas y de la punta del lápiz que me quiso meter; pero, valga entonces la oportunidad para darle mi mensaje a presumidos,

Dicen que no valgo por que soy humilde, nada más ignorante, sepan que si a la derecha llego a estar, a su infame existencia valor he de dar,

No obstante; no presumo de ser el mejor, porque todo depende de la voluntad del creador,

Suelo a veces valer y en otras fenecer; pero con ánimo me presento bien, no me importa este cambiar, porque he ganado mucho cuando amigos como ustedes he tenido que perder,

Pienso que esa es la vida y la acepto con humildad y, a pesar de ello les tengo amor, los respeto y la verdad no les guardo rencor,

No presumo ser bello mi tampoco feo, soy útil no más que ustedes, pero tampoco menos, no me considero un número gigante ni un pigmeo, por mucho tiempo sentí compasión y ahora bendiciones les deseo,

Los quiero a todos con sus diferencias, virtudes y defectos, al fin todos somos rayas y rayitas, curvas y curvitas, y nos vemos iguales ante el creador en las mañanitas,

Disculpen mi forma de hablar; pero sólo alabo al creador y, sí es su voluntad me puede borrar,

Aunque la verdad aquí muchos se han borrado del papel, por tanto beber; sin embargo, trataré con amor una noticia trágica hacerles entender,

Descansa el cero, toma larga respiración y ante el silencio profundo de los asistentes, se levanta y avanza con mala semblanza, derrama una honesta lágrima de tinta negra y expresa lo siguiente con templanza:

“Si me ven llorar es por ustedes mis hermanos, no me invitaron; no me importa, pues, a pesar de todo son los únicos a quienes yo amo,

Nunca quisiera que les pasara nada malo, si vine muy tarde fue para que pudieran disfrutar más de la fiesta y por si acaso la verdad podían al final encontrar; pero todo fue en vano: verdad, mi esperanza y hasta también la idea que me creyeran hermano.

No es mi intención ser el que anuncia malas noticias, pues, dije una vez a todos con fe que podíamos salvarnos; más se le dio libertad para que fueran iguales con sus diferentes valores, porque lo que importaba es que asumieran las responsabilidades de verdaderos soberanos sin tener en cuenta sus roles,

Hoy se pone el punto que termina la operación y los problemas; sí señores, el creador de las matemáticas al analizar las cuentas ha dicho “ya basta de estos temas, nunca entenderán los apotegmas, las reglas, las igualdades, los diferenciales, y que los diversos caminos de la factorización llegan a soluciones iguales, que no hay número equivocado, sino procedimiento mal aplicado, que la razón de la aritmética no es aumentarles de valor a los numerales, sino llegar a la paz y a las relativas verdades con justicia y sin inequidades,

Y después de analizar todas esa oportunidades, concluyó que todos estaban equivocados, que fueron muy presumidos, poco amados, y que no entendieron que fueron creados para ayudarse entre todos y así obtener una vida indefinida y no para matarse entre hermanos, que siempre para la bondad fueron tímidos; en cambio para lo malo fueron prestos desalmados,

En definitiva han errado y la verdad esta vez nadie se ha salvado, pues sin saber del porqué así se perdieron, se decidió utilizar esa para ustedes tenida, como operación sublime de las matemáticas; pero como bien merecida; sí esa, la multiplicación, no para llenarlos de orgullos y soberbias como se ufanaban a los cuatro vientos, no y mil veces no; lamentablemente se ha puesto para que entiendan que esa soberbia fue también su perdición,

Entienda por enésima vez, que lo que ustedes desean para hacerse crecer, con el más humilde servidor, el creador los puede también hacer desaparecer,

No lloren ya no hay tiempo, no corran no hay salida, no hay espacio en el papel, esa es la voluntad del creador terminar la numérica canción, pues, sucede que éste que para ustedes fue un “sin valor” y que ni como redentor las enseñanzas pudo hacerles florecer, se ha impreso en este papel para finiquitar su operación.

Es del matemático la decisión, que a través mío, el más humillado que les dio palabras de vida con invisibilidad presente que solía los problemas apacentar, también se lleguen a ustedes exterminar, en vista que se burlaron de él al tomarlo como una utilitarista superstición.

Una vez advertí que ese podía ser el cálculo final, y, quisieron creer que era para hacerlos temer, porque el creador dizque lo podía prever, sin darse cuenta que la humildad lleva implícito el reconocer que existen problemas indescifrables porque sólo el creador sus garabatos suele entender y es cosa en la que no debíamos entrometer ni nos incumbe entender.

En este preciso instante el creador apunta con su símbolo sobre ustedes ante mí, ¡que decepción¡, Si, con el símbolo por (X) que fue mi muerte en una ocasión, una cruz torcida para muchos, y, procede a multiplicarlos por mí, Yo el cero (0) un don nadie, que ahora debe proclamar que el resultado de la operación, más que por su hablar, por sus actos y conductas, es: “su definitiva extinción”.

Un vez terminó de hablar el cero, desaparecieron todos los otros números de la fiesta del papel y nunca más de ello se pudo saber; sin embargo, se cuenta que el creador los mantiene en proceso de análisis matemático de castigo y reflexión, en que es factible que resulte más de un número vivo para las matemáticas de la eternidad en una mejor condición.

Una vez termine de leer ese texto me pregunté ¿cuál número seré del uno al nueve?, ¿será que estamos perdiendo la vida en superficialidades, orgullos y soberbias”, e inmediatamente pensé en abrazar a mi más cercano contendor dentro de mi campo laboral, familiar y académico y sin juzgarlo decirle por un momento con una sonrisa “detente en tu exposición porque debo decirte que te quiero mucho y soy igual que tú, pues, mañana tal vez no estaré en esta vida para decírtelo”; ahora te preguntó ¿qué número eres del uno al nueve y a quién debe abrazar ahora y decirle te quiero con una sonrisa?. Éxitos a todos.